Es urgente abordar la informalidad en América Latina y el Caribe. Cerca del 58% de los trabajadores en la región tiene un empleo informal, en comparación con menos del 20% en las economías avanzadas y cerca del 50% en algunos países en Asia. Hay tres grandes motivos que explican la alta informalidad en América Latina y el Caribe. En primer lugar, el bajo nivel y calidad del capital humano entre los pobres dificulta que los menos capacitados ingresen en los mercados de trabajo formal. En segundo lugar, los impuestos sobre la nómina, con un promedio del 28%, desalientan la contratación formal. En tercer lugar, para superar la falta de protección social en el sector informal, hay gobiernos bien intencionados que crearon una red paralela de protección social para los trabajadores informales; estos programas incluyen Progresa en México, y Bolsa Familia en Brasil. Han reducido la pobreza y la desigualdad, pero funcionaron como un subsidio a la informalidad dado que el beneficio se pierde cuando se obtiene un empleo formal.
Si bien es verdad que cualquier programa social cuyo fin es la redistribución crea desincentivos para trabajar, si la sociedad acuerda redistribuir, esquemas como el impuesto negativo sobre la renta se encuentran entre los mejores y son una solución mínimamente distorsiva. El gran desafío para América Latina y el Caribe consiste en diseñar un esquema de incentivo al trabajo formal, o de “workfare formal”, en lugar de uno de “bienestar” que recompense a aquellos que trabajan formalmente, reemplazando gradualmente los subsidios a la informalidad con beneficios de ingreso mínimo para los pobres que no se pierden totalmente si las personas consiguen un empleo formal. El secreto de estos sistemas de “workfare formal” es que la recompensa total por trabajar formalmente (ingreso formal más transferencias) siempre sea mayor. Cuando las personas comienzan a trabajar formalmente, las transferencias no desaparecen; más bien, disminuyen gradualmente de manera que el ingreso neto siempre es mayor cuando se trabaja formalmente, lo que recompensa la formalidad.
Extraído de “Oportunidades para un mayor crecimiento sostenible tras la pandemia”, trabajo del BID coordinado por Eduardo Cavallo y Andrew Powell (marzo de 2021)
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