Según un informe del BID titulado “Políticas para combatir la pandemia”, los países del Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) serán de los más afectados en América Latina, especialmente por la caída de precios de los productos básicos, la actual dislocación de los mercados financieros y la caída de los flujos de entrada de capital. Estos últimos pueden ser particularmente importantes, ya que los países tienden a estar integrados financieramente. Esta subregión, con excepción de Brasil, se verá muy afectada en términos de pérdida de PBI. Brasil es una economía más grande, diversificada y cerrada, que tiene menor dependencia del financiamiento externo, al menos para el sector público, por lo que será menos afectada que el promedio.
Del análisis de escenarios realizados por los técnicos del BID se desprende que en el escenario extremo, el Cono Sur sin Brasil podría sufrir una reducción del PBI de hasta 6,7% respecto al escenario base. En comparación, la región andina sufriría un efecto menor de 3,9% (ver cuadro).
El organismo recomienda a sus países miembros que las políticas macroeconómicas durante esta emergencia deben centrarse en cuatro áreas principales:
(1) reducir la posibilidad de que aumenten los costos debido al cierre parcial forzoso de la economía
(2) apoyar a los bancos para que puedan seguir funcionando y ayudar a la economía
(3) ayudar a las empresas para que mantengan a los trabajadores en nómina y escapen a la liquidación
(4) compensar a los hogares que pierdan ingresos, especialmente a los pobres y vulnerables
En lo que respecta a las políticas en el sector financiero, según el informe del BID el objetivo debería ser impedir cualquier amplificación del shock inicial de la pandemia sobre la economía real e intentar ayudar a las empresas y hogares. En esas circunstancias, es clave mantener la liquidez en los mercados de crédito y poder satisfacer cualquier aumento de la demanda de crédito. Agrega que los bancos tenderán naturalmente a defender la solvencia y los ratios de liquidez y puede que restrinjan el crédito pero, al actuar de esta manera, es probable que cada uno de ellos individualmente agudice la crisis.
En función de ello recomienda que, dependiendo de la situación en cada país y en cada mercado en lo que respecta al crédito (el capital de trabajo para las empresas, los créditos al consumo, etc.), a los supervisores bancarios les convendría comunicar a los bancos que no deberían reducir las líneas de crédito y pensar en adoptar temporalmente una posición algo menos severa con respecto a las normas regulatorias.