El investigador brasileño y doctor en Ciencia Política, Feliciano de Sá Guimarães, concedió una entrevista a La Mañana donde profundizó sobre la rivalidad entre Estados Unidos y China y sus efectos en Brasil. En ese sentido, explicó cuál es la estrategia de política exterior que entiende que debería adoptar su país. El experto también mencionó el rol del Mercosur en este escenario y sostuvo que Brasil debe involucrar a más países sudamericanos en las negociaciones con terceros.
¿Cómo afecta a Brasil la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China?
Obviamente afecta mucho que Estados Unidos y China compitan por influencia aquí en Sudamérica. Brasil en algún momento de la década del 2000 tenía medios económicos para competir incluso con Estados Unidos y China, pero después de nuestras crisis de 2014 en adelante, esta capacidad cayó mucho. Con el gobierno de Bolsonaro hubo un distanciamiento con China en los dos primeros años y un acercamiento con Estados Unidos, pero luego, con el cambio de gobierno en Estados Unidos, también hubo un distanciamiento de Brasil y una política exterior contra América del Sur que adoptó Bolsonaro. La política exterior de Bolsonaro hacia América del Sur fue negativa: se veía a Sudamérica como una región problemática.
¿Y ahora, con el gobierno de Lula?
Ahora hay un proceso de reconstrucción de la relación con Estados Unidos, como vimos con la visita a Biden. Y también una reconstrucción a través de la visita que va a hacer el gobierno de Lula próximamente a China.
Usted recomienda una política de equilibrio entre lo que llama “balancing” y “bandwagoning”. ¿Podría explicar esto?
Yo escribí un artículo al respecto con el profesor Hussein Kalout, que se publicó en la revista del Cebri (Centro Brasilero de Relaciones Internacionales). Es lo que defendemos, una política de hedging, término que viene del mercado financiero y significa una estrategia de reducción de riesgos, es decir, uno se protege contra los riesgos, uno protege sus finanzas. Esta es una estrategia de política exterior que ya es bastante común en los países que lidian con la disputa entre Estados Unidos y China, no es algo exclusivo de Brasil, y es una mezcla de balancing y bandwagoning, por eso no se le puede llamar ni una ni la otra, correctamente se llama hedging. En otras palabras, tienes que crear una estrategia en la que uses una superpotencia contra otra a tu favor.
¿Cómo funciona?
Es un mecanismo de péndulo, es decir, si te amenazan o si una superpotencia te ofrece algo, te acercás a la otra para que pueda ofrecerte más. Por ejemplo, Brasil hizo una visita a los Estados Unidos, corta, sintética. Fueron pocos diplomáticos, el embajador Celso Amorim, el canciller Mauro Vieira, y uno o dos ministros más. Se hicieron algunos tratos, pero se vio que Estados Unidos tuvo dificultades incluso dando dinero al Fondo Amazonia. Biden no tiene capacidad, depende del Congreso. Y ahora Brasil prepara una gran visita a China donde se firmarán varios acuerdos (N. de R.: la visita fue suspendida por un cuadro de neumonía de Lula y se realizará más adelante).
¿Cuáles son las expectativas con respecto a esta visita?
Creo que será una de las visitas más emblemáticas e importantes en la historia de la diplomacia brasileña, colocará la relación entre Brasil y China en un nuevo estatus. Habrá un acuerdo en el área tecnológica sobre el lanzamiento de satélites, un acuerdo en el área industrial con la llegada de una empresa china de autos eléctricos, acuerdos universitarios. La delegación brasileña de empresarios es enorme, es una de las más grandes que se han visto. La visita durará varios días, el presidente va a ir a Shanghái y a Beijing. Y ahora vamos a ver qué tiene para ofrecer Estados Unidos.
Esto es como una estrategia de péndulo hedging: te acercás a una superpotencia, China, y esperás a que Estados Unidos reaccione. Los estadounidenses pueden reaccionar de dos maneras, de una forma dura, en la que podrían castigar a Brasil, o de una manera positiva, o sea, ofrecer más a Brasil en algunos temas. Varios secretarios estadounidenses ya han comenzado a visitar Brasil, el secretario de Comercio, el de Tecnología, el de Agricultura, y es un poco en relación con eso también. Vamos a tener que esperar un poco. Esta es la propuesta que hacemos. No sé si el gobierno de Lula adoptará algo así, si preferirá una relación más estrecha con China o no. Y eso solo significa que Brasil va a adoptar un balancing.
¿Cómo sería?
Quiero decir, me acerco a China porque veo a los Estados Unidos como una amenaza o la hegemonía estadounidense es un problema, así que hago un balancing, que es una estrategia tradicional de no alineación. El hedging es la suma de balancing y bandwagoning. Hacés balancing con China cuando Estados Unidos te amenaza, pero si los estadounidenses te ofrecen mucho, hacés bandwagoning, vas a los estadounidenses, entonces China tiene que tratar de convencerte de que vayas por el otro lado, así que seguís cambiando. Son estrategias de balancing y de bandwagoning al mismo tiempo.
¿Hay algún paralelismo actual con el dilema que enfrentaron Getulio Vargas y su canciller Oswaldo Aranha ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial?
Esto tiene una remota semejanza con la política exterior pendular de Vargas y Aranha en esa época, recordando que Brasil no fue neutral en la primera fase de la Segunda Guerra Mundial. Hay un discurso de Getulio Vargas en 1941, si no me equivoco, que es en la Marina brasileña, que si lo leés pensás que Brasil se iba a unir al Eje, que se iba a poner del lado de Alemania, pero los estadounidenses comenzaron a presionar a Brasil para que construyera una base militar en el noreste. Brasil negoció para obtener la industria de Volta Redonda, en Río de Janeiro, lo que terminó en una negociación muy exitosa en la que Brasil hizo girar el péndulo. En un momento utilizó esta cercanía con Alemania para sacar cosas de Estados Unidos.
La diferencia entre ese período y ahora es que Brasil es mucho más capaz, con una economía mucho más grande, un país mucho más diversificado, además de que es miembro de varias instituciones internacionales. Brasil es miembro de los Brics, puede convertirse en miembro pleno de la OCDE, entonces, tenemos varios espacios de maniobra: si China nos presiona de un lado, Brasil puede aproximarse a Estados Unidos a través de la OCDE; si los estadounidenses nos quieren presionar, Brasil puede recurrir a los Brics. La OCDE es una organización y los Brics una coalición, son entidades diferentes. Son distintos espacios de maniobra para protegernos de posibles presiones negativas de Estados Unidos y China.
¿Cómo se posicionarían los países del Mercosur en este escenario?
Lo que defendemos en ese artículo es que Brasil obviamente necesita una nueva estrategia para América del Sur, que sea de integración regional y que se base en un liderazgo brasileño benigno, que involucre a más países sudamericanos en las negociaciones y haga concesiones con ellos. En el caso de Uruguay, este intento del gobierno uruguayo de hacer un acuerdo comercial con China encendió una luz amarilla en Brasil, pero no vale la pena castigar a Uruguay. Lo que creo que pasó en la visita de Lula a Uruguay fue que le dijo al presidente: “esperá un poco, hagamos un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, estaremos en una mejor posición para negociar un acuerdo comercial del Mercosur con China. Esperemos esta visita ahora de Brasil a China a ver si aparece algo en ese sentido, si los chinos están de acuerdo”. Entonces, Uruguay entra en este proceso para tener más capacidad de renegociar con China. Creo que Uruguay, Paraguay y Argentina no tienen mucha alternativa si no se asocian con Brasil para hacer estos acuerdos, para finalizar el acuerdo del Mercosur y la Unión Europea y negociar con China.
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