Los desafíos de liquidez se van convirtiendo en problemas de solvencia
Sigue existiendo considerable incertidumbre por el resurgimiento de la propagación de COVID-19. Por lo tanto, es esencial asegurar la estabilidad de la economía y del sistema financiero continuando con las medidas de estímulo aplicadas hasta ahora. Al respecto, debe prestarse debida atención a la posibilidad de que el tema de liquidez que enfrentan las empresas y los hogares se transforme en un problema de solvencia, lo que en el futuro podría afectar al sistema financiero. En el largo plazo, también debemos prestar atención al riesgo de que los desequilibrios financieros se vayan acumulando. La crisis financiera de Japón (década de los ´90) y la Crisis Financiera Global (2008) nos enseñaron que esos desequilibrios provocan ajustes en los balances de las empresas para reducir sus deudas, lo que termina ejerciendo una prolongada presión contractiva a la economía.
De la misma manera que la crisis del 2008 trajo como consecuencia reformas en la regulación y supervisión del sector financiero, será importante también aprender de la experiencia de COVID-19. Concretamente, la desestabilización en los mercados cuando se produjo el brote puso de relieve la creciente importancia en la intermediación financiera por parte de entidades no bancarias, tales como fondos de inversión y de mercado monetario (“money market funds”).
Kuroda Haruhiko, gobernandor del Banco de Japón, en conferencia virtual del FMI el pasado 24 de noviembre
https://www.bis.org/review/r201125e.pdf
Se necesitan políticas industriales horizontales para promover el desarrollo de empresas que se adapten al mundo de la descarbonización
La descarbonización global ha revolucionado algunos sectores económicos importantes. En el mercado de generación de electricidad, las energías eólica y
solar ya casi representan el 70% de las nuevas capacidades que se agregan al sistema. En el sector automotriz, la valuación de mercado de Tesla supera la de cualquier otro fabricante, lo que implica que los inversores anticipan un rápido crecimiento de los ingresos. Pero esto podría ser solo el comienzo. Muchos otros sectores, como la agricultura, la navegación y la metalurgia tendrán que descarbonizarse para acercarse al menos al objetivo de emisión neta cero estipulado en el Acuerdo de París. Al igual que ya ocurre con la electricidad y el transporte, la conversión de inventos a veces centenarios, como las baterías y la electrólisis, en tecnologías competitivas desde el punto de vista de los costos, será una de las principales vías para la descarbonización de estos otros sectores. A fin de que las empresas europeas puedan prosperar en estos sectores, las políticas deben apuntar a complementar la creación de mercados incipientes para las tecnologías de descarbonización con algún tipo de política industrial.
Sin embargo, las políticas industriales de tipo vertical -que implica apoyar proyectos o empresas concretas- entrañan el riesgo de que quienes formulan las políticas elijan de forma arbitraria proyectos respaldados por los jugadores actuales. Esto podría obstaculizar la entrada de nuevos participantes y el desarrollo de soluciones verdaderamente creativas. Por lo tanto, el objetivo debería ser una política industrial más de tipo horizontal, que busque mejorar en general el entorno empresarial para todos los proyectos y empresas.
Enrico Bergamini y Georg Zachmann, para Bruegel Economics
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