FMI: La inversión en capital humano es la clave para evitar otra “década perdida” en América Latina
Los efectos de la pandemia son evidentes en la región más desigual del mundo. A pesar de representar el 8% de la población mundial, América Latina tiene el 20% de los casos de coronavirus y el 30% de las muertes. La contracción económica será desproporcionadamente grave también. El FMI proyecta una contracción del 8% para la región en 2020, en comparación con la contracción de 3,3% proyectada para las economías emergentes y de 4,4% para el mundo. El FMI también prevé que el PBI de la región crezca solo 3,6% en 2021, en comparación con el crecimiento esperado de 6% para los países emergentes en general. Esto no significa necesariamente que la región se enfrentará a otra década perdida, siempre y cuando se mantenga alejada de una recuperación en forma de K, en la que una parte de la economía se recupera maravillosamente y otra parte se estanca y queda más atrás. La inversión en capital humano será el principal motor económico de la región, junto con la acción climática y las reformas estructurales que puedan crear amortiguadores fiscales para que la región pueda soportar los próximos shocks que seguramente vendrán.
Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del FMI, en conversación con Susan Segal del Council of the Americas
El fin de la era de la eficiencia
La eficiencia está en el corazón de la teoría del comercio. A principios del siglo XIX, el economista David Ricardo sostuvo que cada país debería concentrarse en hacer lo que podía producir al menor costo relativo. El fallecido economista ganador del Premio Nobel, Paul Samuelson, describió la teoría de Ricardo de la “ventaja comparativa” como la teoría más hermosa de la economía, una teoría que se podía aplicar indistintamente a la división del trabajo entre personas, empresas y países. Hoy sigue siendo el fundamento teórico subyacente para la globalización. La eficiencia es también la razón por la que los economistas se han preocupado por la productividad laboral en las economías avanzadas.
Pero la pandemia nos ha hecho mucho más conscientes de la fragilidad de las cadenas mundiales de suministro. La hermosa teoría de Ricardo amenaza con engendrar una pesadilla si los países pierden acceso a los suministros esenciales por haber aceptado la lógica de adquirir en los mercados más baratos. Durante la pandemia, la mayoría de las personas en Occidente se sorprendieron de gran manera por su dependencia de China con respecto a la obtención de suministros médicos esenciales. La búsqueda de la eficiencia a cualquier costo, ya sea a través de la globalización o la automatización, amenaza la seguridad y la sostenibilidad del empleo. “La finalidad de la producción es el consumo” proclamó Adam Smith con impecable lógica. Sin embargo, el consumo sostenible requiere ingresos sostenibles que provienen principalmente de los salarios; y, estamos lejos de tener un sistema que permita consumir sin contar con salarios. De hecho, en nombre de la eficiencia, hemos permitido una enorme desigualdad en cuanto a ingresos y riqueza.
Economista británico Robert Skidelski para Project Syndicate
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