Stiglitz: cada semana que no hagamos nada el daño a la economía se incrementa
La magnitud de esta crisis económica es enorme y sin precedentes. Sabemos, por otras crisis económicas, que existen irreversibilidades de diferentes tipos. Por ejemplo, no se puede volver a revivir una empresa una vez que la misma quebró, a pesar de que la economía empiece a recuperarse. Las crisis también destruyen una cantidad enorme de capital organizativo e informacional. Cuanto más larga y profunda sea la caída, más difícil resultará la recuperación. Allí se encuentra el origen del precepto de que corremos el riesgo de hacer demasiado poco en vez de hacer de más. Cada semana que no hagamos nada, el daño se va a incrementar.
Este virus no es un virus igualitario, como tampoco lo es el impacto económico de la pandemia. El virus ha atacado sobre todo a las personas de menores ingresos. El sector de servicios, el que produce más contagios, es el que tiende a recibir menores remuneraciones. Y debido a que esos sectores están desproporcionadamente afectados por la pandemia, están perdiendo puestos de trabajo a un ritmo mucho mayor. Por el contrario, las personas que viven conectadas por Zoom no están perdiendo sus trabajos. El impacto de la pandemia es muy diferente en los distintos sectores y en los distintos segmentos de la población. Por lo tanto, un paquete de estímulo general no sería tan efectivo o equitativo como un programa dirigido a los más vulnerables.
Joseph Stiglitz, entrevistado por Emily Stewart en Vox
Chile y la realidad socioeconómica que dejó en evidencia el plebiscito
85% para el Rechazo, 15% para el Apruebo. Ese fue el voto del dinero en este plebiscito. Es una prueba más de la fractura que expuso el plebiscito. El mapa del Gran Santiago luce como una isla de la fantasía de tres comunas, separada del resto de la población. A mayor ingreso per cápita, a menos muertes por Covid, a mayor esperanza de vida (elija la variable que quiera), más votos para el Rechazo.
Algunos habitantes de la isla, sin embargo, siguen fantaseando con un país de ficción, creyendo a pies juntillas los cuentos de sus analistas favoritos, esos que copan segundos pisos, foros empresariales y columnas de los diarios. En 2014 y 2015 los convencieron de que escándalos como Penta, SQM y las colusiones no eran corrupción. Hasta el 17 de octubre minimizaron el malestar; el 18 atribuyeron todo a guerrilleros infiltrados y conspiraciones paranoides, y luego describieron un Chile polarizado entre izquierda y derecha; entre pacíficos y violentos; o entre jóvenes y viejos…
La isla de la fantasía debe tender puentes para reconectarse con Chile desde la igualdad, no desde el paternalismo. Y tampoco desde la amenaza. El rotundo fracaso de las campañas del terror en el plebiscito recuerda la sentencia que se atribuye a Séneca, enfrentado a Nerón: “Tu poder radica en mi miedo. Ya no tengo miedo. Tú ya no tienes poder”. Esa es la realidad. Chile votó por construir un futuro común en paz. Ya basta de fantasías.
Daniel Matamala, en La Tercera, Chile
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