Mientras el mundo abandona la hiperglobalización, la alternativa que la reemplazará sigue resultando muy incierta. Un enfoque de política económica emergente, al que he denominado “productivismo”, hace hincapié en el papel de los gobiernos al momento de abordar la desigualdad, la salud pública y la transición hacia energías limpias. Al colocar estos objetivos desatendidos en primer plano, el productivismo reafirma las prioridades políticas nacionales, sin por ello ir en contra de una economía mundial abierta. El régimen de Bretton Woods ha demostrado que las políticas que favorecen la cohesión de las economías nacionales también pueden contribuir a promover el comercio internacional y los flujos de capital a largo plazo. Otro paradigma emergente podría denominarse hiperrealismo, inspirado en la escuela “realista” de relaciones internacionales. Esta narrativa subraya la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China, y aplica una lógica de “suma cero” a las relaciones económicas entre las grandes potencias. El marco hiperrealista considera la interdependencia económica no como una fuente de mutuo beneficio, sino como un arma que puede ser empuñada para inutilizar a los adversarios, como hizo Estados Unidos cuando utilizó el control de las exportaciones para impedir a las empresas chinas el acceso a semiconductores avanzados y a los equipamientos necesarios para fabricarlos.
La trayectoria futura de la economía mundial dependerá de cómo se desarrollen estos marcos políticos contrapuestos. Dado el solapamiento entre ambos en lo que respecta al comercio, lo más probable es que los gobiernos adopten un enfoque más proteccionista en los próximos años y apuesten cada vez más por la relocalización, así como por otras políticas industriales que promuevan la industria manufacturera de avanzada. También es probable que los gobiernos adopten más políticas medioambientales que favorezcan a los productores nacionales, como la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense, o levanten barreras en sus fronteras, como hace la Unión Europea a través de su mecanismo de ajuste aduanero del carbono. Estas políticas servirían tanto a las políticas internas como a las externas.
Dani Rodrik, en Project Syndicate
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