En marzo fueron diagnosticados los primeros casos de COVID-19 en Uruguay y en forma inmediata fue declarada la emergencia sanitaria por parte del gobierno. En este contexto sin antecedentes en el país, se dio la mayor caída de la confianza del consumidor desde que se realiza la medición (agosto de 2007).
Este dato se desprende del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) elaborado por la Cátedra SURA de Confianza Económica de la Universidad Católica.
La caída del indicador no fue tan grande como la que se esperaba porque, si bien el dato de marzo (41 puntos) marcó la mayor disminución desde que se computa el índice, no configura el mínimo de la serie, que se dio en agosto de 2018 (39 puntos). Es decir, a pesar de la pandemia, el dato de confianza cayó considerablemente pero no llegó a un nuevo mínimo, según señaló Alejandro Cavallo, director de Economía de Equipos Consultores, en conversación con La Mañana.
Este índice, que se compone de tres categorías y a su vez de seis subíndices, evalúa la situación económica del país, la personal y la predisposición a la compra de bienes durables.
La mayoría de los subíndices se deterioraron, pero uno en particular mejoró en esta coyuntura. Se trata del análisis que hacen los consumidores sobre la situación del país a futuro. Esto significa que aunque estos consideran la realidad actual y de los próximos meses como muy mala, también esperan que en un horizonte más largo, que puede ser de un año o más, el país esté mejor. Entonces, “una vez que salgamos de esto, la recuperación va a ser relativamente rápida”, explicó Cavallo.
Agregó que como la situación está tan mal ahora, es difícil que siga siendo igual en un año, pese a que la opinión en ese caso es dividida, puesto que hay quienes creen que sí es posible. Sin embargo, es claro que una proporción mayor de los consumidores espera que dentro de tres años el país esté mejor que en este momento.
Compra de bienes, mercado laboral y ahorro
La propensión a la adquisición de bienes durables (electrodomésticos, vehículos y viviendas) cayó y llegó al mínimo histórico. “Son los bienes que tienen más vida útil y los que pesan más en el presupuesto de un hogar medio”, subrayó el economista.
Además, expresó que hay varios factores que afectaron negativamente ese indicador, entre ellos, la suba del dólar y el cambio de preferencias de las familias, que priorizaron otros bienes o el ahorro. Factores como la baja de los ingresos o la menor probabilidad de mantener el empleo, también actuaron en contra de la demanda de este tipo de bienes.
En lo que respecta al mercado laboral, las expectativas de las familias uruguayas sobre el nivel de desempleo son las peores de los últimos 12 años. Eso está asociado a otro indicador referido a los ingresos de los hogares. En relación a este último, también se registró el mínimo de la serie, o sea, la proporción de personas que piensan que sus ingresos van a aumentar, está en el nivel más bajo.
Finalmente, así como cayó la predisposición a consumir, hay una mayor propensión a ahorrar. “Eso se da en las familias a las que les caen los ingresos porque no pueden seguir manteniendo sus niveles de consumo, pero asimismo sucede en aquellas que no esperan que sus ingresos disminuyan, por un tema de precaución”, concluyó Cavallo.