El fenómeno de private equity no tiene límites cuando se expande, alcanza con que estos fondos globales de inversión vean una oportunidad en algún lugar o sector y adquieran una parte mayoritaria de una empresa o un grupo de empresas. Una vez se instalan generan una nueva imagen de marketing, proponen cambios en la gestión que se esfuerzan en aparentar mejoras en la eficiencia para mejorar los servicios, se apalancan con importantes financiamientos con altos niveles de riesgos, para luego reducir costos, acotar derechos de usuarios, clientes, trabajadores y dejar el sector y en entorno en ruinas.
Todo tiene un límite: el derecho a la vida humana.
Un sector donde es alarmante y requiere de un especial análisis y abordaje inmediato es en el sector de la salud. En un artículo reciente Lynn Parrone realiza una esclarecedora entrevista al Dr. Ming Lin referente médico y crítico a este proceso en el cual analiza cómo muchos actores de la salud buscan lograr el control sobre los servicios y empresas de medicina que están afectando instalaciones y practicas a través de políticas acorte de servicios, baja en calidad y desmantelamiento de prestaciones.
El fenómeno no es nuevo a nivel general y en especial en la salud; ya hace una década que fondos globales vienen adquiriendo diversidad de clínicas y empresas de servicios de salud.
Estos capitales se muestran y posicionan como los que aportan valor a la atención médica a través de mejores técnicas de gestión e inversión en tecnologías más nuevas, lo que se manifiesta en imágenes creadas a través de propuestas llamativas de marketing, pero en los hechos empiezan las políticas de ajustes y recortes. Se generan bajas en la calidad de los servicios, recambio de profesionales para personas con menos experiencia y más baratos, clausulas con limites de tipos y tiempos de atención, entre otras. En muchos casos llegando a extremos donde la vida humana pasa a ser una decisión establecida en un protocolo definido por criterios financieros donde no importa ninguna consecuencia, limitando cualquier tipo de decisión de parte de los médicos y atentando directamente sobre el derecho a la vida y la ética profesional.
Regular y comprometer actores
¿Cómo atender un problema que es moral para la sociedad? ¿Cómo salir de este horror que se puede llegar a donde las decisiones médicas no se toman en términos de lo que es mejor para el paciente, sino en términos de lo que es mejor para las ganancias? Es un problema moral sin dudas pero que requiere de un abordaje colectivo siendo que debe ser visto desde el Estado y desde las diferentes corporaciones.
El capital privado es un fenómeno que avanza atrás del lucro, con negocios donde solo se gana en términos financieros y las afectaciones son generalizadas y se generan por la posibilidad de negocios financieros de alto riesgo que aprovechan las ausencias regulatorias y aportan a través del lobby y otros tipos de prácticas tendientes a generar condiciones legales para su beneficio. Se da con contratos que los favorecen bloqueando la competencia, con asimetrías de información y condiciones desfavorables para clientes y usuarios, con decisiones que escapan a la realidad nacional y local y al propio negocio. Ejemplos sobran, pero cuando aumentan los riesgos de mortalidad y afectaciones porque se trata de los servicios médicos la situación pasa todos los límites.
Dimensionar el fenómeno, visualizarlo y analizarlo es un primer paso, pero le debe seguir la toma de consciencia colectiva y el abordaje desde las políticas publicas buscando regular en todos los planos sobre servicios, inversiones, tipo de prestaciones, requisitos y derechos para los usuarios y apoyos que se necesiten. Esto abarca al sector salud y al sector financiero. Pero a la vez, no debe ser un tema asilado de los reguladores, sino que las corporaciones médicas y de usuarios de la salud deben ser parte de los procesos, así como los referentes corporativos y gremiales de los sectores financieros nacionales, generando una cultura e impronta que atienda a la salud financiera, a la mejora de los servicios, a la innovación e inversión genuina, pero ante todo al cuidado de la salud.
Más allá de los capitales globales, la realidad financiera de los servicios de salud atenta contra la calidad del servicio
Hoy en día ningún país está aislado del fenómeno de los capitales globales, ni tampoco de las practicas que buscan mejorar ganancias o sobrevivir empresarialmente reduciendo costos y buscando alternativas para llegar a los objetivos de balances. Más allá de los capitales de riesgos a nivel de la salud, la realidad económica apremia y se han visto permanentes ausencias y recortes en los servicios que pueden terminar afectando, así como la falta de previsión de las presiones en los incrementos de los gastos. Existen ocasiones donde servicios tercerizados como clínicas para determinados tratamientos, atención a la salud mental, determinadas intervenciones o practicas se ven recortadas por postergaciones de pagos, baja en tarifas y honorarios, recortes en servicios contratados, no transferencia de partidas que corresponden. En este sentido, la afectación económica de los servicios de salud, así como la gestión como la sola administración financiera, pueden terminar con el fin del servicio, a la vez que pueden determinar el costo sobre la salud y la vida de personas, así como la debacle de un sistema.
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