Según cuentan, los orígenes de la banca se remontan a la época de los orfebres quienes, por disponer de sistemas de alta seguridad medieval, aceptaban en custodia valores de terceros como línea secundaria de negocios. No pasó mucho tiempo hasta que se percataran que entre sus clientes había varios que visitaban las instalaciones con poca frecuencia, quedando ociosos sus valores por largos periodos. De allí a prestarlos a otros terceros para financiar negocios de corto plazo solo hizo falta un salto imaginativo.
Así nació la banca fraccional que con el tiempo hizo más transparentes los riesgos incurridos. Los depositantes, ya sabiendo que sus fondos se utilizarían para generar intereses, percibían una parte de ellos por el riesgo asumido. Los reguladores, a su vez, exigían a los dueños un capital social mínimo para cubrir las posibles pérdidas y un porcentaje establecido de depósitos en caja para asegurar la liquidez.
A pesar de la simpleza del modelo, su supervisión siempre ha sido un desafío para la autoridad. Mas aun cuando los dineros de especie fueron reemplazados por el papel en sus distintas formas y –más recientemente– por los impulsos electrónicos. ¿Cómo se hace para arquear una caja que dice contener una moneda digital cuya existencia se refleja en los miles de kilovatios utilizados para resolver complejos problemas algorítmicos mediante el uso simultaneo de centenares de supercomputadoras?
Cripto crac
¡Bienvenidos al maravilloso mundo de Bitcoin y las criptomonedas! Aunque si usted es depositante de bitcoins en la firma FTX, la quinta bolsa digital de criptomonedas con una capitalización de mercado de US$ 32 billones y una operativa anual de US$ 627 billones (10 veces el PBI uruguayo), las noticias no son buenas. Acaba de quebrar tras una corrida de depositantes que se llevó US$ 6 billones en 72 horas, mientras el mercado aun teme que pueda haber más temblores por contagio.
El CEO y principal accionista, Sam Bankman-Fried (de 30 años de edad) está bajo investigación por sospecha de fraude. Aparentemente utilizó US$ 10 billones en fondos de sus clientes en custodia en FTX para frenar una corrida en otra empresa suya, Alameda. Pero en realidad, ni siquiera existe la seguridad de que aquello constituya un delito, debido a que el mercado de criptomonedas ha avanzado muy poco en materia regulatoria.
A pesar de sus altibajos, el mercado ha crecido de forma importante en los últimos años. A tal punto que se teme que pueda representar una amenaza sistémica a la industria financiero en la medida que se vayan desarrollando lazos de interacción y dependencia con los intermediarios tradicionales.
Las tentaciones de siempre
Pero si bien la tecnología es nueva, las tentaciones son las mismas que han caracterizado a las corridas y quiebras bancarias a lo largo de los siglos: utilizar dineros ajenos para asumir riesgos desmedidos en busca de ganancias extraordinarias. El columnista del Corriere della Sera, Federico Rubini, lo asemeja a un “esquema piramidal Ponzi”, donde los primeros inversores reciben dividendos supuestamente genuinos, pero en realidad financiados por los aportes de los nuevos inversores atraídos por el “boca a boca”.
El atractivo de la criptomoneda (ya hay miles distintas en circulación) yace en su escasez y el anonimato de su uso y propiedad. Se supone que la escasez preservará su valor ante el envilecimiento de las monedas fiduciarias, y el anonimato protegerá contra la excesiva voracidad fiscal. Sin embargo, la experiencia demuestra que las criptomonedas son susceptibles a excesiva volatilidad (bitcoin, por ejemplo, ha perdido 75% de su valor en dólares en el último año), lo que también lo vuelve inaplicable como unidad de cuenta. Como dinero, las criptomonedas simplemente no dan la talla. Puede ser que ocupen un nicho excéntrico en el mundo de los activos financieros, pero cada día más se asemejan a la burbuja de los tulipanes.
A pesar de todo, existe un elemento rescatable en todo esto: se trata de la tecnología “blockchain” que permite las finanzas descentralizadas (DEFI). Su atractivo es crear un registro distribuido de transacciones, sincronizado y accesible desde múltiples sitios, que valide los movimientos y saldos sin la necesidad de una autoridad central (p. ej., el sistema bancario). Esta tecnología se utiliza hoy para el registro de transacciones en criptomonedas,
Crece la moneda digital del banco central
Los bancos centrales están considerando usar el blockchain para la emisión de monedas digitales de banco central. La MDBC es simplemente dinero digital emitido por un banco central en formato similar al poder de compra incorporado a tarjetas o celulares. La diferencia es que se trata de dinero utilizable en cualquier lugar (pagará al portador y a la vista) y estará asociado a una cuenta bancaria a nombre del titular (que mismo puede estar en el banco central).
La idea surge de la competencia que insinúan las criptomonedas frente a las monedas fiduciarias emitidas por los bancos centrales. Se estima que ante la revolución digital en todos los aspectos económicos, debe haber una moneda liquida, ágil y segura que sea un pasivo directo del ente público emisor en vez de intermediado por el sistema bancario en forma de crédito.
Simultáneamente, los bancos centrales del mundo están experimentando con el blockchain como forma de liquidar y compensar pagos transfronterizos entre ellos en moneda digital de banco central (MDBC). El sistema, que ya se ha ensayado mediante una colaboración (registro “mBridge”) entre el Banco de Pagos Internacionales (BIS) y los bancos centrales de China, Hong Kong, Tailandia y Emiratos Árabes Unidos, ha sido un éxito.
Ante la lentitud, el alto costo, la transparencia y complejidad operativa del actual sistema de liquidación y compensación de pagos internacionales (SWIFT), el sistema en formación ofrece pagos transfronterizos inmediatos, baratos y seguros.
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