Estados Unidos añadió 263.000 puestos de trabajo no agrícolas en noviembre, dejando la tasa de desempleo en tan solo un 3,7%. Además, los salarios aumentaron: el salario promedio por hora subió un 5,1% en comparación con el año anterior. Estas cifras alentadoras de empleo se dan a pesar de los reiterados esfuerzos de la Reserva Federal por contener al mercado laboral y la economía en general en su lucha contra la peor inflación en décadas. A pesar de que la Reserva Federal aumentó su tasa de interés de referencia seis veces en 2022 –se espera otra suba el 13 de diciembre–, la inflación sigue obstinadamente alta en niveles del 7,7% anual.
La justificación económica para subir las tasas es que aumenta el costo de hacer negocios para las empresas. Esto, a su vez, actúa como freno de la economía, lo que debería enfriar la inflación. Pero eso no parece estar ocurriendo y un análisis más detallado del informe de empleo de noviembre revela el motivo: la tasa de participación de la población activa –es decir, el número de estadounidenses en edad de trabajar que tienen un empleo o lo están buscando– está estancada en algo más del 62,1%, 1,3% por debajo de los niveles prepandemia. Esto indica que el calentamiento del mercado laboral se debe a problemas de oferta, ya que no hay suficiente gente para cubrir los puestos de trabajo ofrecidos. El resultado es que las empresas deben ofrecer salarios más altos –aumentaron un 5,1% en noviembre con respecto al año anterior–, contribuyendo a la espiral inflacionaria. Esto coloca a la Reserva Federal en una posición muy difícil, ya que la herramienta monetaria no sirve para atacar los problemas de oferta en el mercado laboral.
Edouard Wemy, profesor de economía en Clark University. Publicado por The Conversation
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