El arenque rojo es un modismo del idioma inglés que alude a un elemento que distrae o desvía la atención del tema central de un asunto. Aunque llame la atención, la presencia de un arenque rojo en medio de un cardumen es meramente anecdótica y no aporta pista alguna sobre el comportamiento del colectivo ictícola.
Luz al final del túnel
El Programa Voluntario de Reestructuración de Deudas (PVRD) anunciado por el Banco Central del Uruguay (BCU) la semana pasada sorprendió tanto al mercado como a la población. No por ello deja de ser bienvenido, ya que representa la primera luz de esperanza de rehabilitación financiera para un vasto sector de la ciudadanía.
Las cifras dan la razón a quienes se esforzaron para poner el tema en el orden del día del sistema político nacional, pese a las críticas y el silencio recibidos a cambio. En las tres primeras jornadas operativas del PVRD hubo aproximadamente 250 mil consultas, lo que refleja el interés de una de cada tres personas que figuran como incobrables en la central de riesgos crediticios del BCU. En esos primeros tres días 27 mil deudores acordaron con sus acreedores, abriendo así el camino para la normalización de su existencia.
La letra chica
No es intención de esta nota entrar en los detalles del programa, salvo para señalar que para los deudores de hasta cinco mil pesos se ofrece la posibilidad de remisión total de su pasivo, colocándolos en fojas cero frente el sistema (aunque aun no está claro si el antecedente permanecerá en libros de las empresas de reporte de créditos).
Para los deudores de mayor porte –y hasta $ 100.000– las deudas no garantidas se pueden reestructurar hasta en 36 cuotas mensuales sin intereses, sujeto a ciertas condiciones. Resta por conocerse públicamente la metodología exacta a utilizar.
Una condición algo críptica es que solo calificarán las deudas que hayan adquirido la condición de incobrable antes del 30 de abril del 2022 (fecha elegida como expiración oficial de la pandemia de covid-19) y la hayan mantenido hasta el presente. Ello excluye automáticamente a quienes entraron en incumplimiento posteriormente al fin legal de la pandemia según fecha arbitraria, así como quienes pudieron zafar de dicha condición durante el interregno de dos años.
El arenque rojo
En realidad, poco tiene que ver la pandemia con el origen y la razón de ser de la crisis del endeudamiento de los hogares, que datan del 2007 con la promulgación de la Ley 18.212. Sin duda, la pandemia complicó tanto a los hogares como a la actividad comercial durante su apogeo, aunque las medidas adoptadas por el gobierno lograron disminuir su impacto. Pero el efecto de la pandemia hubiera sido menor aun sin las tasas de interés altísimas que ya regían desde hacía una década.
Da la impresión de que la referencia del PVRD a la pandemia es un intento de explicar las medidas introducidas en función de un acto de la naturaleza, que sería el único justificativo aceptable para violar la santidad de los contratos. No creo que sea para tanto. Se han alterado contratos entre privados en varias ocasiones, incluyendo la compra de carteras bancarias, la refinanciación de deudas agropecuarias y la reestructuración de deuda con acreedores externos.
El tema actual es un asunto enteramente interno y de muy bajo costo. Su riesgo sistémico es nulo. La remisión de una deuda de US$ 100 para cien mil hogares tendría un costo de US$ 10 millones, menos del 1% de las ganancias del sistema bancario del último ejercicio. Además, es de carácter voluntario. Nadie está obligado a hacer nada.
El verdadero tema
Es que en realidad esto nunca tendría que haber pasado. La constitución prohíbe la usura. Sin embargo, una ley encuentra la manera de que –vía el BCU– los propios prestamistas definan el nivel de la tasa de interés que constituye usura. Todo legal. Pregunto yo: ¿quién velaba por los intereses de los hogares humildes? ¿Dónde estaban nuestros representantes parlamentarios? La interpretación benigna es que no estaban poniendo mucha atención y no vieron pasar el tranvía.
Pero eso es historia y la historia se repite. Si no se cambia la ley, en pocos años estaremos de vuelta en la misma situación. Esta reestructuración sirve, pero no soluciona. Las tasas de interés siguen muy altas para un país con 5% de inflación.
Resumen
En síntesis, se valora la iniciativa por los efectos favorables que tendrá en los hogares del país que atraviesan estas difíciles situaciones. Marca además un pívot en la actitud de las autoridades con un protagonismo del Banco Central, que nos consta que se ha esforzado en buscar soluciones. Como es de público conocimiento, Cabildo Abierto ha puesto a consideración de la ciudadanía un plebiscito que busca profundizar con una solución permanente.
En el debe de la propuesta recién lanzada hay que destacar que se ataca a los síntomas, pero no la causa. También hay que señalar que las medidas propuestas no alcanzan a todos los afectados. Y, por último, que las tasas de interés siguen demasiado altas para ciertos sectores del mercado.
TE PUEDE INTERESAR: