Tras un año de retrocesos, la inversión ambiental, social y de gobernanza (“ESG”, por sus siglas en inglés) está bajo fuego, con un nuevo informe del Grupo Republicano de Trabajo ESG que destaca cómo la ESG ha estado defraudando a los inversores con objetivos poco claros, portafolios politizados y rendimientos decepcionantes. Esta reacción ha suavizado incluso las voces más ardientes a favor de la ESG. A finales del mes pasado, el consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, se retractó de su uso del término “ESG”, diciendo que estaba “avergonzado” por formar parte del debate político. Tiene razón en sentirse así: estos productos de inversión con tintes ideológicos dejaron a los consumidores defraudados. Las carteras “sostenibles” representan el 13% de las inversiones gestionadas en Estados Unidos, y dado que el 75% de los adultos invierten de un modo u otro para su jubilación, la ESG puede comprometer los ahorros de una gran parte de los estadounidenses. Estos comentarios del director de la mayor empresa de gestión de activos de Estados Unidos deberían interpretarse como una señal por fin de que la atención que se está prestando a la ESG por parte de quienes están fuera del “ecosistema” de la ESG está resultando embarazosa y, tal vez, perjudicial para el negocio. A pesar de que los líderes del sector llevan años diciéndonos que la ESG es el futuro, puede que el momento de este movimiento ya haya pasado.
Mike Viola, National Review, Estados Unidos
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