¿Cómo es que Francia ha llegado hasta aquí? Azotado por el alza de los precios del gas y del petróleo, enfrentado a la necesidad de acelerar la transición ecológica para luchar contra los efectos del cambio climático, en los últimos meses el país ha descubierto con estupor su extrema vulnerabilidad en materia energética. Es un despertar doloroso, pero relativizar las dificultades y eludir las responsabilidades no haría sino agravar una situación que no ha dejado de deteriorarse a lo largo de los años. Desde este punto de vista, la comisión investigadora de la Asamblea Nacional “destinada a establecer las razones de la pérdida de soberanía y de independencia energética de Francia” ha realizado un trabajo saludable, cuyo principal defecto es que sólo ha intervenido tardíamente. El informe de esta comisión, presentado el jueves 6 de abril, es el resultado de decenas de audiencias de expertos, dirigentes de la industria nuclear, reguladores, ministros e incluso dos antiguos presidentes de la República. Las conclusiones son inequívocamente severas. Los seis meses de audiencias han arrojado una luz muy dura sobre años de errores, derivas, renuncias, falta de coraje político y cálculos políticos que han conducido a un fracaso colectivo, cuyas lecciones deben aprenderse cuanto antes. A esta falta de visión se sumó una cierta irresponsabilidad en la toma de decisiones. Estas decisiones dependían más de los sondeos de opinión, de los acuerdos electorales o de prejuicios ideológicos, pro o antinucleares, sin tener en cuenta nuestras necesidades energéticas reales y nuestra capacidad industrial y financiera para satisfacerlas. Pero la urgencia de la situación no debe llevar a que nos precipitemos. Francia debe adoptar un programa energético a largo plazo, basado en objetivos climáticos, energéticos e industriales creíbles y democráticamente compartidos. Ya se trate de la producción de energía o de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, queda trabajo por hacer para dar vuelta la página del fiasco actual.
Editorial de Le Monde, Francia
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