“Mientras más amplio es el mandato de los bancos centrales – y más temas nuevos se les agregan -, más difícil es mantener la independencia y autonomía del banco central”.
Economista Barry Eichengreen, en entrevista con Diario Financiero de España
La recuperación en forma de K de la economía estadounidense está en marcha. A quienes cuentan con empleos estables de tiempo completo, beneficios y margen financiero les va bien mientras los mercados bursátiles alcanzan nuevos máximos. Los obreros y trabajadores de puestos de servicio con bajo valor agregado desempleados o subempleados —el nuevo “precariado”— están cargados de deudas, con escasa salud financiera y perspectivas económicas cada vez peores.
Estas tendencias indican una creciente desconexión entre la economía financiera y la real. Los nuevos máximos en los mercados de valores no significan nada para la mayoría de la gente, ya que el 50 % que ocupa la parte inferior de la distribución de riqueza solo posee el 0,7 % del total de los activos en los mercados de acciones.
La desigualdad aumentó con el ascenso de los gigantes de la tecnología. Se pierden hasta tres puestos de trabajo minoristas por cada uno que crea Amazon y hay una dinámica similar en otros sectores dominados por los gigantes tecnológicos, pero el estrés social y económico actual no es nada nuevo. Durante décadas los trabajadores en apuros no pudieron seguir el ritmo de sus vecinos debido al estancamiento del ingreso medio real (ajustado por inflación) y el aumento del costo de vida y las expectativas de gasto.
Durante décadas la “solución” para este problema fue “democratizar” las finanzas, para que los hogares pobres y en dificultades pudieran tomar más préstamos, comprar casas que no podían permitirse y luego usarlas como cajeros automáticos. Esta expansión del crédito para los consumidores —hipotecas y otros tipos de deuda— terminaron en una burbuja que desembocó en la crisis financiera de 2008, cuando millones de personas perdieron sus empleos, hogares y ahorros. Los mismos millenials que fueron engañados hace más de una década vuelven a ser embaucados ahora.
Nouriel Roubini, en Project Syndicate
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