El investigador asociado del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) y profesor de la Universidad de la República brindó una entrevista a La Mañana, donde habló acerca de las ventajas que tendría la creación de un IVA personalizado y la importancia, según entiende, de revisar el sistema de exenciones fiscales. “El nivel de gasto tributario por regímenes promocionales es de una magnitud relevante para Uruguay”, aseguró.
Usted se ha mostrado crítico de la rebaja de IRPF y IASS anunciada por el gobierno. ¿No es esta una manera efectiva de mejorar el poder adquisitivo de la población y estimular la economía?
Desde el punto de vista del sistema tributario, procurar una mejora del poder adquisitivo de la población para estimular la economía por esta vía, es más ineficiente y regresivo que por otras. Recordemos que apenas asumido este gobierno se produjo un aumento del IVA con la eliminación parcial de su devolución en compras con tarjetas y medios de pago electrónico. Si el objetivo de la medida es estimular el nivel de consumo interno, la rebaja del IVA sería más eficiente y progresiva. No olvidemos que el IVA alcanza a toda la población, incluyendo aquella de menores ingresos que gasta en consumo el 100%, sin capacidad de ahorro. Por el contrario, el IRPF y el IASS alcanzan únicamente a los sectores de ingresos medios y altos; el IRPF lo paga solo una de cada tres personas con ingresos y el IASS lo paga uno de cada cuatro jubilados y pensionistas.
De hecho, usted se ha manifestado en forma favorable a implementar el IVA personalizado. ¿Cuáles serían las ventajas?
Dada la magnitud que tiene el IVA en nuestro sistema tributario, se hace necesario avanzar en mejorar su diseño y mitigar el sesgo regresivo. El IVA representa el 48% de los ingresos por impuestos que recauda la DGI. Avanzar hacia el IVA personalizado nos permitirá disminuir su regresividad y eliminar ineficiencias que se producen por las alícuotas diferenciales, exoneraciones y regímenes especiales. Pasar a un sistema de tasa única, eliminando regímenes excepcionales —salvo exoneraciones por Constitución—, nos permitiría mantener el mismo nivel de recaudación, tener una tasa única menor a la actual e implementar un sistema de devoluciones que alcance a personas de bajos ingresos, por ejemplo, el IVA incluido en productos de la canasta básica, pañales, útiles escolares o productos de higiene femenina.
¿Uruguay está preparado para implementar un sistema de este tipo?
Uruguay está preparado para avanzar en este modelo híbrido con devoluciones directas personalizadas. Tenemos las capacidades en la DGI y hemos pasado pruebas piloto: la tarjeta TUS en el gobierno anterior y TuApp en esta administración. Para avanzar se requiere ampliar el uso de instrumentos electrónicos de pago o la cuenta de la persona en BPS o DGI. Otro aspecto positivo es que un sistema de estas características contribuirá con la formalización de la actividad económica, que no tiene que ver solo con la recaudación, sino con mejoras en la productividad de la economía.
El IRPF en conjunto con las exenciones a grandes empresas parecería haber provocado un sesgo en contra de la contratación de trabajadores y a favor de la incorporación de capital. ¿Qué opina al respecto?
No existe evidencia para respaldar esa afirmación. El IRPF existe en el mundo hace más de 100 años y en nuestro país antes existió un impuesto sobre los salarios, el IRP, que tenía un diseño notoriamente peor desde el punto de vista distributivo y que gravaba únicamente al trabajo dependiente. Estamos viviendo una época de cambios globales en las relaciones de trabajo y en la deslocalización de la actividad productiva que genera modificaciones en las formas de organización empresarial con fuertes impactos por el avance tecnológico. Uruguay no escapa a ese fenómeno global.
Estos cambios traen mejoras en los niveles de productividad y en el crecimiento económico en algunos sectores, pero dejan problemas en el terreno laboral y en la desaparición de pequeñas empresas. Tenemos mipymes y trabajadores autónomos que en esencia no son empresas, son formas nuevas de contratar y remunerar el trabajo dependiente. Debemos trabajar para mejorar los regímenes de impuestos y de contribuciones de seguridad social en mipymes y autónomos, pero pensando en el impacto integral.
Algunas de estas consideraciones se vinculan con la reforma de la seguridad social. En particular, el caso de contribuciones de autónomos y mipymes, más la creación de un “aporte patronal mínimo por dependientes” como umbral básico de aportes, calculado sobre los ingresos de las empresas. Es importante que se debata en el Parlamento. Es necesario por equidad, pero fundamentalmente por tener una mirada de futuro. No es razonable pretender volver al siglo XX, debemos pensar en mejorar y adaptarnos al siglo XXI, con mejoras de equidad y en forma eficiente. Debemos buscar mecanismos que garanticen umbrales mínimos de aportes patronales que eviten seguir perforando el sistema.
Algunos analistas consideran que, en virtud de las limitantes fiscales, hay que apuntar a reducir los costos fiscales, que perforan la recaudación a través de diferentes mecanismos de exenciones. La Comap es uno de ellos. ¿Está conforme con la forma en la que se asignan las exoneraciones? ¿Correspondería hacer algún recalibrado de los incentivos?
Nuestro régimen de exoneraciones tributarias por el mecanismo de la Comap cumplió un ciclo. Cumplió un objetivo importante ayudando a recuperar la inversión productiva, pero requiere una revisión profunda. Las lógicas de competencia fiscal entre países están cambiando. El nivel de gasto tributario por regímenes promocionales es de una magnitud relevante para Uruguay. Cuando el sistema de promoción se generaliza, sin evaluaciones periódicas de objetivos, sin revisión crítica del tipo de indicadores exigidos, y cuando la capacidad de control se sobrepasa, terminamos en regímenes ineficientes desde el punto de vista tributario y económico, con altos costos de gestión y baja recaudación.
La tasa efectiva —no la nominal del 25%— de imposición a la renta empresarial es muy baja. Ha ido descendiendo en todo el mundo durante este siglo y nuestro país no escapó, tampoco, a esa tendencia. La buena noticia es que el mundo reaccionó, porque no se sostienen los sistemas tributarios con altos niveles de impuestos al trabajo, altos impuestos al consumo y bajos impuestos a las rentas empresariales.
Usted propone que Uruguay participe en una armonización global de regímenes fiscales. ¿Qué ventajas tendría para nuestro país? ¿No introduciría eso rigideces a nuestra capacidad de atraer empresas a que se instalen aquí?
El mundo está cambiando y se implementa una armonización global con dos regímenes: el denominado Pilar Dos, de imposición mínima del 15% sobre la renta de las empresas, por el cual aquellas empresas que no paguen esa tasa mínima efectiva del 15% en el país en el que están localizadas, pagarán la diferencia en el país de la casa matriz. Por tanto, si no modificamos nuestros regímenes promocionales, directamente le vamos a regalar el impuesto no cobrado a los países desarrollados. El otro régimen, el Pilar Uno, es más complejo, es un sistema de liquidación centralizada del impuesto a la renta de las “súper empresas globales”, a distribuir entre los países del mercado donde se producen los consumos de bienes y servicios, que impacta principalmente en empresas digitales.
La gran oportunidad que nos ofrece esta situación es que habilita la modificación de nuestros regímenes promocionales, que en alguna medida ya han cumplido sus objetivos y generan un nivel de gasto tributario muy importante. No es solo un tema de contar con más recursos. Lo que está en juego es la legitimación misma del sistema tributario y el papel que este tiene en términos de cohesión social. Para seguir cobrando impuestos al trabajo y a las mipymes, debemos reclamar a las grandes empresas que paguen su parte justa de la fiesta.
TE PUEDE INTERESAR