La Mañana dialogó sobre la realidad de la economía uruguaya con Eduardo Ache, quien destaca que tenemos que mirar con una perspectiva de largo plazo. Para el economista, Uruguay crece demasiado poco y para pensar en desarrollo se deben solucionar problemas estructurales que muchas veces surgen por priorizar el corto plazo. Existen problemáticas en materia económica que trascienden a los gobiernos de turno y requieren un abordaje diferente para generar una alternativa.
¿Cuál es la visión o evaluación general que tiene de la economía uruguaya hoy?
Claramente, hay que dividir el corto plazo y el largo plazo. Debemos mirar la economía en períodos más largos. Es hora de que de una buena vez pongamos el énfasis en el largo plazo, que es donde tenemos el problema: Uruguay no crece, de 1970 a la fecha viene creciendo a un promedio del dos por ciento anual. En el periodo más corto es de 2,35 por ciento y en los últimos diez años prácticamente no hemos crecido. Con estos niveles de crecimiento es muy difícil sostener el aparato social que tiene el país.
La pobreza, y especialmente la pobreza infantil, es un grave problema que tenemos y que claramente es consecuencia de este modelo. Tenemos un problema de crecimiento, de gasto y de presión impositiva y la única alternativa que se ha encontrado es la deuda que viene creciendo. En este gobierno se intentó, pero más que bajar un poco la tasa de crecimiento de la deuda no se pudo hacer.
Por eso tenemos que dar una mirada global a la realidad del país y tener claro de que no hay país chico que sea cerrado y que pueda crecer. Un problema que tenemos es la inserción internacional, tenemos una economía demasiado cerrada al mundo. La pregunta es si es sostenible un modelo de país cerrado, con alto gasto y alta presión impositiva para poder crecer.
Mirando en el corto plazo, se puede ver que se bajó la inflación, se creó empleo, pero no se soluciona a largo plazo. Para financiar el funcionamiento se introdujeron herramientas para manejar el corto plazo, pero que son dificultades a largo plazo. Cuesta hablar de largo plazo porque no permite reconocer esfuerzos, pero no podemos seguir así, es hora de poner los temas arriba de la mesa sin pensar en este año o en los próximos cinco años, hay que pensar a veinte, treinta, cuarenta años. A las tasas que estamos creciendo en los últimos diez años no hay forma de que podamos cumplir los mínimos requerimientos sociales.
En resumen, tenemos un país caro, rígido, endeudado y con una pobreza infantil del veinte por ciento. Me pregunto: ¿podemos seguir así, por el mismo camino que llevamos los últimos setenta años? Y la respuesta para mí es clara: no podemos seguir así, tenemos que cambiar el modelo económico, es claro que el modelo actual está agotado.
Uruguay creció al 2,3 por ciento, en promedio no supera el tres por ciento. Con estas tasas, usted ha afirmado que no hay forma de que Uruguay colme las necesidades sociales que tiene. ¿Cuáles son las alternativas? ¿Es una mirada política o económica que se debe dar a la problemática?
Las alternativas económicas las deciden los políticos. Acá es el sistema político quien decide si para financiar el déficit se sigue trabando el desarrollo. Se necesita implementar buenas políticas, abrir el país para poder crecer. Del 2005 al 2014 hubo boom y nos podíamos endeudar a tasas muy bajas y eso ahora ya no existe. Lo que es peor: nos gastamos todo el boom, subimos impuestos y nos endeudamos más, un shock transitorio lo transformamos en un problema permanente. Además, no podemos seguir financiando el funcionamiento del país a tasas que subieron y que suben la deuda. Uruguay no puede seguir pagando su gasto corriente con deuda. Tiene que haber una decisión política que determine la relevancia y se tomen decisiones para corregir problemáticas. No podemos seguir solucionando los problemas coyunturales con más deuda para que la paguen las futuras generaciones.
El actual modelo generó que el Estado necesitara sostener a mucha gente. Es necesario generar las condiciones para que cada vez menos gente dependa del Estado y que además permita aliviar el endeudamiento que tiene el país y que sigue en aumento. Una señal de éxito del país sería que crezca el empleo en las pequeñas y medianas empresas y no la asistencia del Mides. Esto no significa que en la situación actual no haya que asistir, pero sin duda se necesita un cambio.
¿Cuál es su visión del atraso cambiario que tiene hoy el país?
El atraso cambiario es la consecuencia de este problema, es el reflejo del gasto público. Si se eliminan los déficits, se termina el atraso cambiario. El investment grade es relevante pero no puede ser un fin en sí mismo. Es muy positivo para el país que nos califiquen bien, lo que sí es claro también es que no podemos seguirnos endeudándonos para financiar el gasto corriente.
¿Qué opina del modelo actual que se ha impulsado? ¿Existieron reformas estructurales como se dice o no atendieron las necesidades reales del país?
Se trata de un modelo agotado. El sistema político no permitió grandes cambios. En este gobierno se han hecho cosas buenas y se han tocado temas importantes, pero quedan temas pendientes que se espera que sean una segunda plataforma del gobierno de la Coalición. Pero no se está hablando de esto. Todos se pelean por el centro y para ser políticamente correctos, para cuidar los votos. Seguramente los políticos tienen coincidencia con estas prioridades, pero después cuesta llevarlas adelante.
¿La inserción internacional es fundamental? ¿Qué significa ser un país abierto y que construye fortalezas para esa apertura y para crecer a partir de ella?
No alcanza con manifestarse abierto, se necesita bajar costos para la apertura y ser competitivos, bajar regulaciones que frenan el funcionamiento de los mercados, correcciones que permitan realmente bajar costos indirectos y directos. Entre la pandemia y la sequía no se han tocado otros temas relevantes. Un claro ejemplo de esto es la tasa consular, impuesta por el Frente Amplio y que no se tocó. Mientras que en el mundo entero el promedio de los aranceles es menor al cinco por ciento, acá solo la tasa consular es del cinco por ciento. Si a esto le agregamos todas las trabas paraarancelarias y regulaciones que tenemos, entenderemos por qué Uruguay es un país tan caro. Todos estos temas dependen solo de nosotros y no de negociaciones con los socios del Mercosur.
¿Cómo se construye el crecimiento sin claridad hacia dónde apuntar la diversificación de matriz productiva?
Sacando distorsiones a la economía. El Estado debe priorizar, pero la realidad es que con las mejores intenciones el Estado actual evita que se crezca con tan alto nivel tributario y de regulaciones. La crisis económica es consecuencia de los niveles impositivos y de regulaciones. Falta un shock de oferta, siempre hablamos de la demanda. Si no se cambian las condiciones macro, es difícil generar políticas de incentivos a sectores productivos específicos.
¿Se necesita más o menos Estado para apuntalar la economía?
Se necesita mejor Estado. Hoy el Estado hace cosas que no debe hacer y no hace cosas que sí debe hacer. Un claro ejemplo de esto es la regulación, no se puede ser juez y parte, algo que sí sucede en el sector financiero, más específicamente en todo el tema de la usura, que el Estado sea prescindente no cuidando a los consumidores es un tema que hay que cambiar.
Por otro lado, el Estado no puede ser una carga, no racionalizar el Estado significa más deuda y también mayor atraso cambiario. Un claro ejemplo de esto es no querer votar la ley de ingreso por concurso o sorteo a las intendencias.
¿Cuáles deberían ser los temas prioritarios en materia económica para el futuro?
Hablando estrictamente de los temas económicos, porque a nadie escapa que el tema de la seguridad es un tema en sí mismo, acá el tema prioritario es cambiar el modelo y no seguir viviendo de espaldas al mundo. Nunca hubo mayor bonanza en el mundo que en los últimos setenta años, nosotros por elegir el camino equivocado padecemos las consecuencias.
Para cambiar esto es necesario realizar transformaciones que no son milagrosas y no se hacen de un día para el otro. Lo que Uruguay realmente necesita es liberar el potencial del sector real de la economía, no priorizar siempre la macro y los temas financieros.
Ya dijimos de la necesidad de abrir la economía. A esto hay que sumarle la necesidad de tener un mercado laboral más flexible, racionalizar el gasto público, realizar una reforma impositiva que reduzca los sesgos contra el factor trabajo y las pequeñas y medianas empresas, regular bien –regular donde corresponde y desregular donde no–, y sobre todo la educación para sumar al país a la economía del conocimiento. Necesitamos mejorar la calidad de inversión social, no solo es gastar mucho sino invertir bien, y la educación debería ser el tema más importante de todos.
Se necesita consenso país y políticas de Estado para cambiar el modelo que hoy está totalmente agotado. No encarar estos temas hoy es irresponsable y egoísta con las generaciones futuras.
Lo que me deja tranquilo es que estos temas los venimos planteando hace más de tres años y vemos que lentamente empiezan a ser incorporados en la discusión política.
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