El contexto generado por la significativa diferencia de precios que Uruguay mantiene con Argentina impactó fuertemente en las cifras del turismo del último año y en particular del segundo trimestre de 2023. Los ingresos de divisas por dicho rubro disminuyeron notoriamente, lo que se suma al gasto récord de uruguayos en el exterior, sobre todo, por compras en el vecino país. En diálogo con La Mañana, el economista Nicolás Cichevski evaluó esta situación y opinó que “es un buen momento para discutir cómo mejorar la regulación de las importaciones”.
Según la información que usted compartió días atrás en Twitter relativa al turismo, en el segundo trimestre de este año el gasto de los uruguayos en el exterior alcanzó los US$ 478 millones, el máximo desde 2011, y particularmente en Argentina fue de US$ 305 millones, un 80% más que en 2019. Ante esto, el economista Javier de Haedo acotó: “Importante información sobre la magnitud del gasto en turismo y compras en Argentina, donde se realiza crecientemente el consumo de los hogares uruguayos”. ¿Cómo analiza esta situación?
El resultado era esperable por el contexto que vive Argentina y la diferencia de precios. Este año, el primero después de la pandemia sin ningún tipo de restricción, va a ser atípico, por un lado, porque el gasto que realizan los uruguayos tiene un componente de consumo en Argentina mayor al de años anteriores y, por otro, el turismo receptivo se ve impactado porque el gasto de los argentinos en Uruguay es menor. Además, como Argentina está muy barata en dólares, seguramente haya turistas de otras partes del mundo que van a Argentina en vez de venir a Uruguay. Todo eso hace que la diferencia entre ingresos y egresos sea la mayor de la última década. Es algo que no se va a resolver en el corto plazo, vamos a convivir con esta realidad probablemente por un par de años.
Sobre los ingresos por turismo, afirmó en Twitter que alcanzaron los US$ 278 millones, el mínimo desde 2011, sumado a que el gasto de argentinos en Uruguay fue de US$ 100 millones, un 43% menos que en 2019. ¿A qué adjudica estas bajas?
El turismo receptivo de Uruguay está concentrado en la temporada de verano. En el resto del año es relativamente bajo, es decir, no es en el segundo trimestre donde Uruguay se juega la temporada. Sin perjuicio de ello, claramente el contexto de nuestro vecino hace que el ingreso de divisas provenientes de allí se vea afectado. El problema es que al bajo ingreso de divisas se le suma el gasto récord de uruguayos en el exterior y en definitiva los sectores vinculados al comercio y algunos servicios se ven afectados. Cuando uno analiza esto desde un punto de vista más general, lo que puede concluir es que los hogares están consumiendo una canasta de bienes y servicios a precios menores y pueden consumir más o ahorrar más.
Por otra parte, mencionó que en el último año el saldo de la balanza rondó los US$ 60 millones, muy lejos del promedio 2011-2019, que es de US$ 1160 millones. ¿Eso también es atribuible al fenómeno dado por la diferencia cambiaria con Argentina?
Efectivamente. El último año móvil refleja el resultado de una temporada de verano mala en términos históricos y un gasto de uruguayos en Argentina que ya había sido alto en la segunda mitad de 2022 y alcanzó niveles récord en estos últimos meses. Todo indica que el tercer trimestre también será deficitario en términos de gasto e ingresos por turismo, y es probable que cerremos 2023 con un saldo negativo por primera vez en décadas.
¿Cuáles son las perspectivas de salida de esta situación?
Gran parte de la solución no depende de nosotros. Lo que hace Argentina es subsidiar el consumo de extranjeros y, en la medida en que continúe haciéndolo, vamos a seguir conviviendo con esta situación. ¿Qué puede hacer Uruguay? Dada la magnitud de los precios en Argentina, muy poco. Podrá intentar enfocarse más en un cliente de alto nivel, por ejemplo, en Punta del Este, que suele ser lo que no se ve tan afectado por esa situación en el verano, pero cuando uno mira todo el Uruguay es muy poco lo que se puede hacer.
Pocos meses atrás, el presidente de la Cámara de Industrias (CIU), Fernando Pache, ante las largas filas en los puentes para cruzar hacia Argentina, opinó a través de Twitter: “Terminemos con esto, por favor. No nos va a quedar una sola industria abierta”. Inclusive, la CIU está a favor del cero kilo. ¿Cómo evalúa esa postura?
No creo que ese tipo de medidas resuelva el problema de fondo, porque el contrabando sigue existiendo, y no considero que sea una solución políticamente viable prohibirle a la población consumir o hacer parte de su surtido en Argentina. Es cierto que la situación tiene un impacto en algunos sectores de nuestra economía, aunque en algunos casos lo que se reemplaza son importaciones “formales” por informales y no necesariamente producción nacional. Si bien no hay nada que resuelva el problema dada la magnitud de la diferencia cambiaria, es un buen momento para discutir cómo mejorar la regulación de las importaciones para que el día que Argentina se normalice la diferencia sea menor.
En otro orden, el Banco Central (BCU) perdió US$ 1500 millones y se lo capitalizó sin problema, pero el Banco Hipotecario (BHU) perdería US$ 150 millones a lo largo de los años para resolver el tema de los deudores en UR y para eso no hay “espacio fiscal”. ¿Se podría decir entonces que la disciplina fiscal es selectiva?
No, son cosas totalmente diferentes. La capitalización del BCU responde a un mandato que tiene su Carta Orgánica y no es la primera vez que sucede. Ello suele ocurrir, en contextos en donde el peso se aprecia y dado que las reservas del BCU están mayoritariamente en dólares, su patrimonio se deteriora y es necesario capitalizarlo. Sin embargo, es algo que no tiene impacto fiscal, o sea, no es que el BCU va a gastar esa plata o que la perdió, es un tema de valoración contable y eventualmente es pasar deuda del gobierno central al activo del BCU. La discusión en torno a los deudores del BHU es completamente diferente en el sentido de que la capitalización está dirigida a cubrir los agujeros que dejaría la potencial quita a un grupo selecto de deudores.
¿Cuál es la visión que tiene sobre el proyecto de Rendición de Cuentas?
Las proyecciones de actividad económica para el corto plazo son razonables y están en línea con lo previsto por la mayoría de los analistas. La economía crecerá en torno a 1% este año ante el impacto de la sequía en el sector agroexportador y rebotaría en 2024, creciendo algo por encima del 3%. La principal fuente de incertidumbre de cara al año que viene será el desempeño de China, cuya demanda es clave para Uruguay y su economía ha tendido a desacelerarse en los últimos meses. En el plano fiscal, es importante continuar apuntando a lograr un superávit primario del 0,5%, que permita estabilizar la deuda neta en el mediano plazo. En ese sentido, la Rendición plantea que en 2025 se alcanzaría un equilibrio fiscal primario, aunque ello requiere que la recaudación crezca por encima del PIB en 2024-25, algo que no es evidente que ocurrirá. Teniendo en cuenta que la recuperación de salarios y pasividades le pondrá un piso al aumento real del gasto y que la rebaja de impuestos todavía no se ve reflejada en las cifras, el próximo gobierno asumirá con una situación fiscal mejor a la de 2019, pero con poco margen para aumentar gastos o reducir impuestos.
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