Para el Cr. Gil Iribarne, quien fuera secretario nacional contra el Lavado de Activos entre 2005 y 2010, las autoridades actuales no reconocen el riesgo de lavado de dinero existente en el país. Además, según dijo a La Mañana, se están creando las condiciones para que el capital de origen ilícito se sienta con ventaja. “Si damos la imagen de que Uruguay está bajando sus niveles de defensa, van a aparecer más lavadores de los que tenemos”, alertó.
¿En Uruguay se lava dinero?
En Uruguay se lava dinero y el riesgo es importante. Se han detectado distintas estructuras de lavado, algunas muy sofisticadas, y eso tiene que ver con una serie de condiciones para que eso sea posible. Me refiero al proyecto de plaza financiera que incluyó el secreto bancario, secreto tributario, libre entrada y salida de metales preciosos del país. Más allá de que todo eso estuviera destinado a favorecer las inversiones, claramente favorece el lavado de activos.
En el año 2005, cuando yo empecé a trabajar en la Senaclaft (Secretaría Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo), Uruguay era considerado un país amigo del lavado, esa era la opinión que el mundo tenía de nosotros. Además, entre 2006 y 2010 una consultora uruguaya hizo encuestas a los oficiales de cumplimiento y gerentes de los bancos, y la primera pregunta era: “¿En Uruguay se lava dinero?”, y el 100% contestó que sí. O sea, en esa época el único anormal que decía eso era yo y evidentemente no era el único que lo pensaba. Después podemos discutir dónde se lava, si acá se lava más o menos que en otro lado, pero es una discusión de campeonato de fútbol, es como discutir si un gobierno tuvo más o menos muertos que otros, cuando al ciudadano lo que le importa es que no haya muertos.
La realidad es que en Uruguay se ha lavado dinero y se sigue lavando. El país mejoró el marco normativo y su imagen en el mundo, pero hay que seguir trabajando en eso, lo que supone reconocer el riesgo. Si yo parto de la base de que en Uruguay se lava poco o me consuelo diciendo que en otros lados se lava más, lo más probable es que se termine lavando mucho porque yo voy a bajar las barreras, y así estoy creando las condiciones para que los lavadores se instalen acá, como ya ha pasado. Yo estoy preocupado por el tema porque creo que ha habido un retroceso que tendríamos que revertir rápidamente.
¿Dónde identifica ese retroceso?
Se combinan varias cosas. No alcanza con querer erradicar el lavado, hay que saber hacerlo. En 2005 nadie sabía investigar lavado porque nunca se había hecho. Eso costó, se trabajó, se aprendió, se capacitó a un montón de gente, a todos los actores que tenían que trabajar y no sabían cómo —la policía, los jueces, los fiscales—, y se generaron grupos de investigación multidisciplinarios.
El resultado clave es cuántos presos por lavado tenés y cuántos bienes recuperaste. De cero procesados en 2005 se pasó a unos 40 en 2009 y después siguió creciendo, pero se llegó a una meseta. En los últimos tiempos bajó la percepción del riesgo. Hay autoridades que no comparten lo que yo digo sobre que en Uruguay se lava y tenemos que estar muy preocupados, y en la medida en que no tenés esa visión, hacés menos cosas para atacar un problema que no ves.
Por otro lado, se tomaron medidas que operaron en el mismo sentido: si paso de permitir movimientos en efectivo de hasta US$ 4.000 y a partir de allí exigir el uso de otros métodos de pago, a un tope de uso de efectivo de US$ 100.000, estoy debilitando los controles. Si yo les digo a un montón de actores importantes en el control de este fenómeno que consideren de bajo riesgo todo lo que viene de un banco porque se supone que este lo controla, el efecto es claro.
¿Y cuáles han sido esos impactos?
Se acentuó brutalmente la falta de resultados en materia de condenas y decomisos y bajó muchísimo la participación de los actores no financieros, concretamente, la comunicación de reportes de operaciones sospechosas, que ha tenido una disminución significativa en estos últimos años. Para dar un ejemplo, en el sector no financiero en 2018 hubo alrededor de 260 reportes de operaciones sospechosas, y en 2021 hubo 39. Reconozcamos que en este tema siempre hubo limitaciones, pero el país ya había iniciado un proceso y en este período ese indicador tuvo una caída brutal justamente en el sector donde se aflojaron los controles. Yo veo que el riesgo existe y hay gente que no lo ve. Si damos la imagen de que Uruguay está bajando sus niveles de defensa, van a aparecer más lavadores de los que tenemos.
¿Falta conciencia de los peligros que se corren en términos de lavado?
Sí. Hay una visión distinta. Algunos vemos que hay un riesgo importante y que hay que seguir trabajando, y hay actores que se conforman pensando que en otros lados se lava más y que acá no hay un riesgo grande. Yo no comparto eso. Estamos volviendo a ser el país amigo de los lavadores, aunque la intención sea captar inversiones, pero estamos creando condiciones para que el capital de origen ilícito se sienta cómodo y corremos el riesgo de perder la corrección de imagen que el país ha logrado en estos años frente al mundo.
¿Cómo juega el avance del narcotráfico en esto?
El narcotráfico está presente hoy, todos lo sabemos, pero no solo se lava plata del narcotráfico, tenés trata de personas, delitos informáticos, tráfico de armas, corrupción, y los resultados no son buenos. No hay grandes lavadores desmantelados. El crimen organizado hoy está acá y en todo el mundo y tenemos que ver ese riesgo, ese problema, para hacer lo que razonablemente podamos, que no va a ser erradicarlos de la faz de la tierra, pero sí limitar lo más posible sus acciones.
¿Cómo se resuelve o se mejora esto concretamente?
Hay una visión demasiado complaciente con nosotros mismos en cuanto al riesgo que estamos enfrentando, entonces, el primer paso es reconocer que tenemos un problema grande. A partir de allí, hay que ver cuáles fueron las cosas buenas en estos 20 años en los que el país mejoró y cuáles las debilidades para no repetirlas.
¿Qué expectativas tiene con la nueva fiscalía especializada?
Se está manejando desde el punto de vista penal la creación de una fiscalía especializada como la gran solución. Yo creo que no lo es. Primero, en la Rendición de Cuentas de hace un año se aprobó otra gran solución para lo mismo: se les pasó el tema de lavado a los fiscales penales de estupefacientes de Montevideo, y fue un fracaso. ¿Una fiscalía especializada soluciona este problema? No, esto es mucho más complejo.
¿Qué medidas concretas deberían tomarse en ese sentido?
El Estado debería juntar a muchos actores en una acción coordinada. Hoy estamos empezando de cero en temas de lavado, no se ha capacitado y la gente que sabía fue desplazada. Hay que sacar este problema de las rencillas partidarias y verlo como un problema del país, y ver entre todos qué podemos hacer para atenuar los riesgos.
A su vez, hay que repensar a la Senaclaft a la luz de sus nuevas atribuciones. Es un organismo que hace unos años empezó a supervisar al sector no financiero y ahora por la Rendición de Cuentas va a tener mayores potestades en materia de investigación, entonces, un organismo con esas facultades no debería estar en Presidencia.
La ley integral antilavado dice que la investigación del delito precedente, por ejemplo, el narcotráfico, tiene que ser simultánea y paralela, entonces, ¿el fiscal especializado va a investigar lavado con su delito precedente? En seis meses está desbordado.
A esto le sumo que no podés promover los casinos virtuales sin la opinión fundada, seria y estudiada de la Senaclaft, porque hay un claro riesgo de lavado que contradice la ley.
TE PUEDE INTERESAR