Como gran parte del resto del mundo, América Latina emergerá de la pandemia más empobrecida y con mayor desigualdad. Otras 19 millones de personas en la región han caído en la pobreza, y la desigualdad se ha incrementado en un 5% respecto a los niveles de antes de la crisis. Las ayudas públicas a gran escala en muchos países evitaron resultados todavía peores, pero provocaron una subida en los niveles de deuda pública, del 68% al 77% del PIB. Probablemente, esto limitará la capacidad de los gobiernos para corregir el legado de la pandemia a más largo plazo, en cuanto se afiance la recuperación. Aun así, las perspectivas en cuanto a pobreza y desigualdad en la región podrían ser mejores de lo que parece, por dos razones: i) el resurgimiento de los precios de las materias primas y ii) la oportunidad que brinda la pandemia de ampliar el consenso político y social en torno a las reformas necesarias.
Sin embargo, los precios favorables de las materias primas no bastarán para reducir de forma duradera la pobreza y la desigualdad por sí mismos. La volatilidad de precios implica que las ganancias de hoy pueden convertirse en las perdidas del mañana, como ocurrió cuando el auge se convirtió en caída, después de 2014. Por esta razón, creemos que América Latina necesita reformas transformadoras y una diversificación que la aleje de las materias primas. La reversión histórica de los avances sociales provocada por la pandemia podría alimentar la polarización y la paralización de las reformas en muchos países de América Latina. Sin embargo, la crisis también podría propiciar las condiciones necesarias para un nuevo consenso político, en especial si viene acompañado de un impulso favorable en los precios de las materias primas. Esta podría ser una oportunidad única para plantear pactos fiscales exhaustivos y abordar los problemas estructurales de larga data.
Antoinette Sayeh, Alejandro Werner, Ravi Balakrishnan y Frederik Toscani, en Diálogo a Fondo, blog del FMI
TE PUEDE INTERESAR