Francia fue de los grandes países industrializados que más sufrió –como consecuencia de las políticas de los años 80 y 90– de una enorme desindustrialización, a niveles comparables a los que se dieron en el Reino Unido con el fenómeno Thatcher. Este proceso afectó al conjunto de la sociedad y la economía.
Durante muchos años, la política industrial ya no se consideró una prioridad en Francia. Sin embargo, el Estado no dejó de ejercer una gran influencia en la industria, ejemplo de ello es la mayor carga y presión fiscal sobre el sector industrial en comparación con países competidores, generando consecuencias en muchos casos irreversibles. Si bien Francia no fue un caso aislado y muchas economías avanzadas siguieron estos caminos, la realidad es que el fenómeno fue de mayor profundidad en Francia siendo el país que más deslocalización sufrió.
En la actualidad se ha vuelto a una revalorización de las políticas industriales. La propuesta que el Informe Estrategia Francia afirma que, para liderar esta renovación de la política industrial de la forma más eficiente posible, es fundamental el cuestionamiento y análisis crítico que se realice de las lecciones del pasado para no reproducir algunos errores y aprovechar las buenas practicas. El trabajo de pensar y proponer a futuro se realiza a partir de la mirada retrospectiva y comparativa que analiza las razones de la caída más pronunciada de la participación de la industria en Francia que en los países socios ante tendencias de corte similar. Lo fundamental es que, con el fin de renovar la política industrial de la manera más eficaz posible, es indispensable preguntarse cuáles han sido las enseñanzas del pasado para no reproducir algunos errores y construir a partir de las buenas prácticas.
Se pone foco en siete sectores industriales: farmacéutica, aeronáutica, industria automotriz, industria espacial, electricidad y telecomunicaciones. Son todos los sectores donde el Estado juega un rol en particular importante. La trayectoria y realidad actual de estos sectores es clave. A su vez, la guerra comercial entre las grandes potencias ha generado una preocupación en países como Francia y Europa por la necesidad de una política industrial que contribuya a preservar su soberanía y la de su continente, no dependiendo de la benevolencia de otros países para satisfacer sus necesidades. Sumado a esto, la crisis de covid-19 muestra esta dependencia de forma más evidente. Se vuelve una realidad que algunas de las principales potencias económicas se están alejando de los principios de un marco negociado por la comunidad internacional y Europa no puede aceptar depender cada vez más de un conjunto de empresas para satisfacer necesidades esenciales –como salud, comunicación y almacenamiento de datos, producción de energía o baterías para vehículos eléctricos– sin contar con fuentes alternativas.
Al mismo tiempo, las crecientes consecuencias de los efectos generados por el cambio climático y el colapso de la biodiversidad justifican una revisión y aumento de la importancia de las políticas industriales con el fin de cambiar fundamentalmente la producción y consumo, antes de que sea demasiado tarde.
La pérdida de competitividad que sufrió Francia se dio fundamentalmente por altos costos de producción asociados a un sistema impositivo que generaba mucha mayor carga en los sectores industriales que en otros. La respuesta de los privados llevó a la deslocalización de la producción y por esto el proceso fue mucho más fuerte en Francia que en otras realidades. Un caso de comparación puede ser el alemán, que trabajo su imagen de productos de alta calidad y alta gama lo que les permitió posicionarse en otra dimensión de mercado.
El grupo de expertos afirma que la política industrial francesa debería apuntar al desarrollo de una industria próspera en el territorio nacional ya que la misma es motor de crecimiento, de aumento de la productividad, siendo la principal fuente de mayores ingresos, empleos de calidad repartidos por el territorio e innovaciones, con más del 70% del gasto privado en I + D del país.
La propuesta que el Informe Estrategia Francia afirma que, para liderar esta renovación de la política industrial de la forma más eficiente posible, es fundamental el cuestionamiento y análisis crítico que se realice de las lecciones del pasado para no reproducir algunos errores y aprovechar las buenas practicas.
Enfrentar tres principales problemas que serán los que marcarán la política industrial para los próximos 10 a 20 años de las cuales el modelo anterior no deja de ser responsable.
En primer lugar, las políticas públicas con mayor impacto en la industria serán las que se vinculan con la transición ecológica, bioeconomía o economía verde, entre las que se destacará la descarbonización. Vinculado a esto cabe destacar que los sectores de equipos de generación de energía, automotriz, aeronáutica y ferroviario se verán afectados directamente. El pienso al futuro y las medidas económicas que surjan de la estrategia nacional Francia no deben perder de vista que existe un compromiso para avanzar a nivel de Europa en la baja de las emisiones de carbono. Este es sin duda uno de los principales desafíos de la política industrial en los próximos años.
En segundo lugar, la transición digital y la inteligencia artificial estará en el centro de los desafíos de productividad y competitividad de la economía. Dado que las empresas francesas se están quedando atrás en la adopción de tecnología digital en comparación con países comparables, las políticas para fomentar la innovación deberán tener mayor apoyo.
Finalmente, la desaceleración en el ritmo de integración de las cadenas de valor globales y el desarrollo del comercio internacional se acompaña de una renovada conciencia de los temas de soberanía, que la crisis provocada por el covid-19 ha acentuado. A contrapelo de lo que ocurre este contexto no debería conducir a la elevación de barreras comerciales en Europa, sino prestar mucha atención a la igualdad de condiciones reales y mejorar los niveles de complementariedad en el marco de la normativa de la OMS.
La capacidad de la industria francesa para aprovechar las oportunidades de este nuevo entorno competitivo dependerá en gran parte de las medidas adoptadas por los poderes públicos para seguir mejorando su entorno fiscal, sus políticas de formación relevantes, poner en marcha intervenciones que faciliten la innovación y mecanismos para orientar el ahorro hacia empleos productivos y competitivos, en particular mediante la financiación de capital de riesgo.
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