El 12 de mayo, el presidente francés Emmanuel Macron anunció la instalación en Hauts-de-France de la fábrica taiwanesa de baterías para coches eléctricos ProLogium Technology, una inversión de 5.000 millones de euros destinada a la cuarta gigafactoría creada en la región. Es más fácil hablar en Francia de “desindustrialización” que de “reindustrialización”, ya que las cifras hablan por sí solas. “Comenzó en los años setenta, pero se aceleró bruscamente en los albores del año 2000”, resume Nicolas Dufourq, en su libro La Désindustrialisation de la France: 1995-2015 (Odile Jacob, 2022). En veinte años, el país ha perdido casi la mitad de sus fábricas y un tercio de sus empleos industriales. En una indiferencia general, las zonas de actividad han sido borradas del mapa, los conocimientos técnicos perdidos para siempre, las familias destruidas. En la actualidad, la industria solo representa el 12% del PIB francés, diez puntos menos que en Alemania. La economía solo empezó a mejorar en 2016, y François Hollande es el principal responsable de ello. En los últimos años se han abierto más fábricas de las que se han cerrado y el saldo de puestos de trabajo asciende a unas pocas decenas de miles, sobre 21 millones de empleados del sector privado. De modo que aún no hay nada de qué jactarse. La reindustrialización sigue siendo frágil, pero políticos, empresarios y sindicalistas coinciden en un punto: el reto productivo es importante. El sector ofrece mejores salarios, contribuye a la cohesión territorial y genera múltiples servicios asociados; registra aumentos de productividad, garantiza la mayor participación de la investigación y el desarrollo privados y refuerza la soberanía nacional. Francia incluso ha conservado el primer puesto del podio europeo con 1.259 proyectos de creación o ampliación de instalaciones, un récord impensable hace diez años. Desde 2017, el Estado ha aportado los medios. Prevé invertir 54.000 millones de euros en 2022-2027 en favor de la industria, las tecnologías innovadoras y la transición ecológica.
Editorial de Le Monde, Francia
TE PUEDE INTERESAR: