En entrevista exclusiva con La Mañana el economista mexicano reflexionó sobre la visión del economista francés François Perroux y los problemas actuales que enfrentan las economías en desarrollo.
Hace años escribió un trabajo sobre el economista francés François Perroux, titulado “FP: pionero olvidado de la economía del desarrollo”. ¿Cuál era el enfoque de Perroux? ¿Cómo difiere de la visión establecida en la actualidad sobre el problema del desarrollo?
En 2018 publiqué en la editorial mexicana Siglo XXI un libro titulado “Los caminos del desarrollo del tercer mundo al mundo emergente”. En el capítulo 2 de dicho libro presento la teoría del desarrollo de François Perroux (1903-1987), quien es el economista francés más reputado, más prolijo y más singular del siglo XX. Como afirmó Paul Streeten, “entre los economistas fue un gigante”.
Durante mucho tiempo considerado digno de recibir el Premio Nobel de Economía, Perroux no obtendrá dicha distinción a pesar de su estatura internacional de primer plano. Su obra es inmensa: un número impresionante de libros, cursos, opúsculos y conferencias sobre los temas más diversos. No podemos más que estar de acuerdo con uno de sus discípulos cuando señala que “su lugar en el plano económico podría compararse con el de un Víctor Hugo o de un Balzac en literatura”.
Su pensamiento integró influencias variadas e incluso contradictorias: Antonelli, Schumpeter, Cournot, Sombart, Chamberlain, Marx, Mises, Hayek, Pantaleoni, Morgenstern, Hicks, Samuelson, Robinson, Kaldor, Kalecki, entre otros. Todas estas influencias contribuyeron a una representación original de la economía abierta a la historia, la sociología, la política, la cultura, la ideología, la filosofía y la religión. El único hilo conductor en toda su obra es un humanismo cristiano no necesariamente bien apreciado entre los economistas. Su preocupación por los efectos de dominio y la desigualdad —ignorados por la teoría anglosajona del desarrollo— lo llevó muy rápidamente a interesarse en el denominado tercer mundo.
En particular, Perroux hablaba del problema de la desarticulación y la cobertura de los costos del hombre. ¿Podría explicarlos? ¿Puede pasar por allí la solución a los problemas actuales que enfrentan las economías en desarrollo?
La preocupación de Perroux por el tercer mundo remonta a finales de los años 50 con la publicación del artículo “Tres instrumentos para el análisis del subdesarrollo”, que abre una serie de trabajos del Instituto de Ciencia Económica Aplicada, fundado por Perroux en 1944, dedicados a los países subdesarrollados.
Para Perroux, el fenómeno del subdesarrollo es históricamente fechado, es decir, producto de una historia y no una etapa natural, normal de la historia. Se trata de un fenómeno original que no conocieron los países desarrollados. El subdesarrollo no es un fenómeno coyuntural, un atraso, sino estructural, un bloqueo del crecimiento.
El análisis económico del subdesarrollo implica entonces responder a tres cuestiones: ¿Cuál es el origen del subdesarrollo, ya que se trata de un fenómeno fechado históricamente y no natural? ¿Cuál es la esencia de este fenómeno? O, dicho de otra manera, ¿en qué consiste el bloqueo estructural del crecimiento? ¿Cuáles son las manifestaciones aparentes de este bloqueo? O, para decirlo de otra forma, ¿cómo se puede notar que un país es subdesarrollado?
Según Perroux, los tres instrumentos de análisis son las tres respuestas a cada una de estas preguntas: el subdesarrollo es el producto del dominio ejercido por Europa sobre los países periféricos; este dominio, que fue una auténtica agresión económica, originó la destrucción del equilibrio antiguo de estas economías, lo que desembocó en un fenómeno de desarticulación de las estructuras. Dicha desarticulación constituye una manifestación en las estructuras internas de estos países del dominio externo que sufrían; este dominio y esta desarticulación se expresan concretamente no en los términos ambiguos de una cifra única como el PNB por cabeza, sino en un fenómeno más profundo y más complejo, la ausencia de cobertura de los costos del hombre.
Los costos del hombre de Perroux son los que permiten a los hombres alimentarse, curarse y acceder a la cultura y a las distracciones. Los costos del hombre son “los gastos fundamentales del estatuto humano de la vida para cada uno en un grupo determinado”. No se reducen simplemente a los costos de mantenimiento de los trabajadores. Perroux aclara que esos costos “atañen a todo ser humano cualquiera que sea, porque es un ser humano y no porque realiza un tipo determinado de actividad”. Como la experiencia demuestra que cada ser humano no está en todos lados ni siempre, en situación de cubrir él mismo estos gastos, “la expresión ‘costos del hombre’ designa prácticamente los costos prioritarios asumidos por un poder público —no forzosamente un Estado Nacional— para que todos los seres humanos se beneficien de las condiciones fundamentales de su vida”. Concretamente, en cualquier país y especialmente en los países subdesarrollados, la cobertura de los costos del hombre resultará de medidas específicas tomadas por el poder público y de una política económica de desarrollo. Para Perroux, los costos del hombre son profundamente históricos, dado que las necesidades a las cuales hacen referencia son función del estado y del ritmo de desarrollo de las fuerzas productivas en cada sociedad. Su ausencia de cobertura, producto del subdesarrollo, es sinónimo de destrucción. Así, el subdesarrollo se define como una situación en la cual los costos del hombre no son cubiertos. En efecto, las economías subdesarrolladas no otorgan a todos los miembros de la sociedad el mínimo vital evaluado por la ciencia, es decir, “los costos que procuran a cada uno la esperanza de vida, la salud, el acceso al conocimiento, compatibles con las condiciones concretas de lugar y época, no son cubiertos”. Pero, ¿cómo podríamos, por ejemplo, definir un mínimo vital en materia de esperanza de vida?
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