Ejerce la profesión de abogado desde 1988 y tiene un máster en Derecho de la Empresa. También es docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Montevideo y dirigente de Liverpool. En conversación con La Mañana, Adrián Leiza afirmó que el fútbol es un gran motor de la economía, por lo que entiende que deberían eliminarse los topes de beneficios tributarios a los proyectos deportivos para, de esa manera, estimular la actividad.
¿Qué lo atrajo al mundo del fútbol?
Mi vinculación con el fútbol arrancó de chiquito, yo empecé a ir a ver a Liverpool a los tres años, de la mano de mi padre. Desde el punto de vista dirigencial, fui secretario general de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) por tres años, después renuncié y estuve en el Tribunal de Disciplina de la Confederación Sudamericana de Fútbol –propuesto por Sebastián Bauzá, entonces presidente de la AUF-.
A raíz de haber pasado por esos lugares y también como delegado y abogado de Liverpool de toda la vida, me empezaron a golpear la puerta jugadores, empresarios y clubes, y empecé a trabajar. En paralelo, en la parte académica creamos la materia Derecho del Fútbol en la Universidad de Montevideo, que es opcional en quinto año. Hay mucho para aportar y profesionalizar este deporte, que es tan importante para todos los uruguayos.
¿Qué importancia tiene la profesionalización del fútbol?
Si uno mira los países desarrollados, están 30-40 años adelantados. Hay un informe de Deloitte de 2017 que considera al fútbol como la 17ª economía mundial y la principal industria de ocio en países europeos. Uruguay no escapa de eso, lo cual ha llevado a que se empiecen a profesionalizar todas las áreas, a nivel de contratos de profesionalización de los jugadores, de estructuras jurídicas para los clubes, de la relación de estos con las empresas patrocinadoras o las que compran los derechos de televisación, el merchandising y todo lo que mueve el fútbol como motor de la economía.
El fútbol para Uruguay es un embajador del país a nivel mundial. Cuando vas a otros países, decís “Uruguay” y muchas veces nos conocen por Suárez, por Cavani, por Forlán. Eso te demuestra que el fútbol potencia la “marca” Uruguay y, en definitiva, indirectamente también fortalece la economía. Es un mercado muy chico internamente, pero se puede mejorar muchísimo, como han hecho países como España, Italia, Inglaterra, Alemania, donde los clubes de fútbol se manejan como empresas y sus propietarios son grupos inversores internacionales.
¿Cómo impacta el fútbol en la economía nacional?
Uruguay, al ser un país chiquito, tiene un producto que está comenzando a desarrollarse y a profesionalizarse. Eso va de la mano con todo el tema de la imagen y el merchandising. El fútbol no es solo el partido, es todo lo que mueve alrededor, la mano de obra que emplean los clubes, los puestos que genera en una competencia internacional cuando viene gente del exterior –hotelería, restoranes, bares-. Mucha gente vive del fútbol, desde el que vende choripán el día del partido hasta los acomodadores de autos. Además, Uruguay es de los países con relación a su población que más deportistas transfiere al exterior, y eso es dinero que ingresa al país. Es un gran motor de la economía y del empleo.
¿Qué se puede hacer para potenciar esta actividad?
Hay normas que estimulan el deporte y la inversión en el sector. Los clubes deportivos, ya sean asociaciones civiles o sociedades anónimas deportivas, están exentos del pago de tributos. Hay una ley de fomento del deporte que es la de mecenas y patrocinadores, que tiende a que capitales privados puedan aportar para desarrollar el deporte.
El Poder Ejecutivo tuvo una debilidad, que fue haber fijado un tope de beneficios tributarios para todos los proyectos declarados promovidos por la Comisión de Proyectos Deportivos –incluyendo los de infraestructura-, que es de 80 millones de pesos. También determinó que el monto donado o que pone como patrocinio el mecenas o el patrocinador deportivo no puede superar el 5% de la renta neta fiscal del ejercicio anterior de ese mecenas o patrocinador. Entonces, esos topes limitan enormemente.
¿Qué debería hacer el Estado para fomentar las inversiones?
Si se mejoran los estadios tanto en Montevideo como en el interior, va a ir mejorando el producto. Y si se levantan esos topes, va a haber muchas empresas a las que les va a interesar patrocinar estadios para que a la gente le guste ir. Si vos vas a las canchas llamadas chicas, por ejemplo, no podés ir a un baño, porque no están en condiciones.
Si se brinda un buen producto, eso va a atraer público y se va a poder vender de otra manera –también en televisión se puede vender para otros países-. Pero los estadios que tenemos hoy no resultan atractivos para la venta. La ley es buena y hay que levantar esas trabas para fomentar la inversión de capitales privados en el deporte.
¿Qué impacto tiene la creación de las sociedades anónimas deportivas?
En Uruguay, los clubes deportivos pueden tener dos naturalezas jurídicas: la antigua, que son las asociaciones civiles, que no tienen fines de lucro, y las sociedades anónimas deportivas, que tienen fines de lucro –son sociedades comerciales- y también tienen la finalidad de fomentar el deporte.
La primera creo que fue con Deportivo Maldonado por 2008, cuando vino un grupo europeo a hacer la inversión y crearon una sociedad anónima deportiva. Después empezaron a venir grupos locales de la región y de Europa, como el caso sonado del City Group con Torque.
La ley uruguaya no es obligatoria como en otros países, que obligan a los clubes a transformarse en sociedades anónimas deportivas. Acá cada club opta por hacerlo o no. Obviamente es un manejo más profesionalizado, porque tiene un fin lucrativo, a diferencia de las asociaciones civiles. No quiere decir que un club que sea civil no esté profesionalizado, hay muchos que lo están y son como una empresa.
En España, por ejemplo, el Real Madrid y el Barcelona son asociaciones civiles, mientras que los demás equipos son sociedades anónimas deportivas. De todas maneras, hay clubes que no pueden subsistir si no hay aportes de capitales privados.
¿La forma de solucionar ese déficit que tienen para poder ser clubes profesionales y seguir compitiendo, entonces, es contar con capitales privados?
Exactamente, la solución es que vengan capitales nacionales o extranjeros y que aporten en la parte del activo fútbol. Hay proyectos que han salido bien y otros no tanto, pero es como un fideicomiso, es decir, depende de quién sea el fiduciario; si es malo, el fideicomiso no va a tener un buen resultado, ya sea una asociación civil o una sociedad anónima.
El tema es estar en pie de igualdad con las asociaciones civiles. No hay ninguna diferencia en cuanto al funcionamiento y al régimen tributario. Una sociedad anónima tiene fines lucrativos y no va a pagar tributos, lo cual es atractivo para los inversores, que es parte del fomento. Tanto con la ley de mecenas y patrocinadores como con la que crea las sociedades anónimas deportivas, el Estado se dio cuenta de que el deporte, y principalmente el fútbol, mueve mucho y es necesario apoyarlo.
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