Ricardo Pascale es un reconocido experto en finanzas y en economía del conocimiento y profesor emérito de la Udelar. Fue dos veces presidente del Banco Central del Uruguay y hoy asesora a organismos multilaterales. Además, es un distinguido artista plástico y ha escrito siete libros y más de cien artículos. En entrevista con La Mañana, Pascale habló sobre los conceptos que esgrime en su último libro: El Uruguay que nos debemos.
¿Cuál es el diagnóstico que hace en su libro sobre la situación de nuestro país?
Uruguay no tiene una clara estrategia de crecimiento a largo plazo y por tanto continúa divergiendo y alejándose más del mundo avanzado. El peligro de seguir como vamos implica tener menos bienestar para la población, menos educación, salud, menos oportunidades y mayor pérdida de talentos. Que estamos divergiendo quiere decir que estamos creciendo en el producto bruto interno per cápita a una tasa menor de lo que crecen los países más avanzados, u otros países que no eran tan avanzados hace treinta o cuarenta años, por ejemplo Finlandia, Singapur, Nueva Zelanda o Australia, y entonces nos vamos alejando. Tenemos que corregir esa divergencia convergiendo a la mayor celeridad posible. Uruguay tiene aspectos muy positivos para lograr esto, como una democracia avanzada, baja corrupción, buena institucionalidad, buen manejo macroeconómico y una distribución de ingreso razonable, sin embargo nos falta una clara estrategia de crecimiento a largo plazo. Entiendo que no tenemos una buena relación con el futuro y, para mí, la gente del futuro importa y mucho. Pienso que ignorar el futuro es muy costoso para un país y su población.
¿Cree que tendría que haber un acuerdo entre todos los partidos políticos para establecer una estrategia país de crecimiento a largo plazo?
Ese es el caracú de la cosa. Lo que se requiere a mi juicio para hacer este giro e ingresar en una economía basada en el conocimiento y en la aplicación de la economía del saber es lograr acuerdos con un objetivo claro.
¿Qué tenemos que hacer para empezar a converger?
Tenemos que empezar a crecer más que los países avanzados para alcanzar su producto bruto interno per cápita. Ese es el tema del libro, básicamente.
¿En qué consiste la economía del conocimiento?
La economía del conocimiento implica una aplicación económica del saber a mayor escala. Lo podemos considerar como un nuevo sistema schumpeteriano*, fundado en una forma nueva de organizar la generación, explotación y acumulación del conocimiento y de ahí impulsar la innovación y la productividad. Las instituciones también juegan un rol muy importante en esto.
¿Cómo podemos lograr el cambio a un modelo de economía basado en el saber?
Ingresar en una economía del conocimiento es caminar por ciertos pilares fundamentales. Uno de estos pilares es la educación, que importa muchísimo para el crecimiento y el desarrollo económico según la evidencia empírica. No solamente debemos mejorar en cantidad, sino en la calidad de la educación. Una cosa es la cantidad de horas que se dictan y otra cosa es que las chicas y chicos que se forman tengan un buen desempeño en una prueba PISA, por ejemplo. La economía del conocimiento comienza en la escuela.
Otro pilar radica en establecer una sólida inserción internacional. Es muy importante potenciar los mecanismos que explican las dinámicas de ganancia de bienestar derivadas del comercio. Sin un notable desarrollo en esta área, construir una economía fundamentada en el conocimiento se torna arduo, dado a que el aumento del comercio conlleva una expansión de mercados accesibles, un incremento de la competencia, la especialización, las ventajas comparativas y un flujo internacional de conocimiento.
Luego tenemos el uso intensivo de la ciencia y la tecnología como impulsores clave de la innovación. El avance científico se erige como motor del proceso innovador, generando un impacto significativo en la productividad. Este fenómeno ha experimentado una aceleración notable en diversas áreas, entre las que se destacan la biotecnología, la tecnología de la información, la energía y la creación de nuevos materiales. En este contexto, la innovación demanda cada vez más conocimiento externo proveniente de la ciencia, adoptando frecuentemente un enfoque multidisciplinario. Es así como la ciencia, especialmente la básica, emerge como un elemento central para el impulso de la innovación, estableciéndose como el fundamento que asegurará la competitividad del país.
Asimismo, tenemos que trabajar en la transferencia de conocimientos, asegurando la fluidez desde quienes lo generan hacia aquellos que deben aplicarlo. La interconexión efectiva entre universidades, centros científicos y el sector productivo es primordial. En Uruguay, anteriormente, quienes generaban conocimiento y quienes debían utilizarlo no estaban sincronizado, eran como mundos separados, cada uno con su desarrollo y lógica independientes. Aunque es importante mantener cierta separación, llega un momento en el cual el crecimiento requiere la integración del conocimiento con el sector productivo. La unión de la ciencia, la innovación y el sector productivo se vuelve entonces crucial para impulsar el crecimiento y por lo tanto, la transferencia de conocimientos emerge como otro pilar esencial en este contexto.
¿Es necesario entonces mayor inversión de recursos para estos rubros?
En Uruguay se invierte un 0,4 por ciento del PIB en I+D [investigación y desarrollo], según los datos oficiales que tomé de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en el año 2021. Es una cifra extremadamente baja, fuertemente alejada de lo que tendríamos que volcar. Los países muy avanzados están por encima de cuatro por ciento del PIB, pero digamos que en promedio llegan al dos por ciento. En este proceso habría que ir por fases para adelante, de lo contrario, no podemos decir que el país tenga una estrategia de desarrollo basada en el conocimiento.
¿Cuál es la trampa del ingreso medio y cómo salimos de ella?
Para dejar de divergir, en mi opinión, Uruguay debe converger, es decir crecer más que los países desarrollados, pero en este momento estamos sumergidos en la trampa del ingreso medio. La trampa del ingreso medio consiste en que por un lado no podemos competir exitosamente en el mundo porque estamos caros en productos tradicionales o más estandarizados, que requieren mucha mano de obra. Por otra parte, tampoco podemos competir en actividades de mayor valor agregado o mayor incorporación de conocimiento y ciencia porque no tenemos ese desarrollo, no estamos capacitados, y no tenemos suficientes recursos aplicados a I+D. Entonces quedamos engrampados en la trampa de ingreso medio. Para salir de esta trampa es que tenemos que ingresar en la economía basada en el conocimiento que tiene varios pilares, como son algunos de los que mencioné: educación, inserción internacional, ciencia e innovación y transferencia del conocimiento, pero hay otros, cultura, infraestructura…
¿Qué medidas concretas considera imprescindibles llevar a cabo en el corto plazo?
Hay una serie de medidas institucionales que requieren atención. Actualmente, enfrentamos desafíos significativos en cuanto a la inserción internacional. Es de conocimiento general que el Mercosur no ha cumplido con las expectativas esperadas, y nos encontramos con dificultades para establecer tratados de libre comercio. Por otro lado, en cuanto a la innovación, el presidente de la República envió un proyecto de ley al Parlamento vinculado a la adhesión de Uruguay al Tratado de Protección de Patentes de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Esto es fundamental para innovar y todavía no ha sido resuelto. Se ha intentado también mejorar la educación, creo que hay algunos esfuerzos hechos, pero pedimos que se vayan concretando más en el futuro.
Continuar por la senda de la divergencia no es aconsejable para que los uruguayos aumenten su bienestar y el riesgo de no converger, como mencionaba anteriormente, es disminuir el bienestar, la falta de oportunidades, y la pérdida de talentos. En ese sentido, tenemos una diáspora tres veces más grande que el promedio de otros países, conformada mayoritariamente por individuos en los cuales el país ha invertido en educación. Estos profesionales se llevan consigo el conocimiento para aplicarlo en países muchísimo más ricos. No lo digo como queja, lo digo como descripción del fenómeno. Entonces debemos tener también una política orientada, primero, a que no se vayan más talentos, a tratar de retenerlos en forma adecuada para que estén satisfechos trabajando acá y, segundo, tejer una red con los talentos que tenemos afuera. En mi experiencia, he notado que siempre están muy dispuestos a colaborar, sin pedir nada a cambio, solo porque son uruguayos. Esto es necesario para tener un crecimiento genuino, no un crecimiento porque mejoró el precio de la soja, porque si después ese precio baja, bajamos el crecimiento.
*Joseph Alois Schumpeter (1883 – 1950) fue un destacado economista austro-estadounidense para quien el capitalismo es por naturaleza una forma o método de cambio económico, y nunca puede mantenerse estacionario. Su aspiración fue crear una teoría que pudiese explicar el funcionamiento de este cambio económico, que en tan corto lapso ha revolucionado profundamente la existencia humana.
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