Durante su visita a Dinamarca a principios de mayo, el primer ministro de India, Narendra Modi, realizó una importante declaración: India estaba dispuesta a “salvar al mundo del hambre” suministrando cereales para la alimentación. Pero solo habían pasado 10 días cuando, en reacción a sus problemas climáticos, India prohibió abruptamente la exportación de trigo. La inflación al consumidor alcanzó por esos días el máximo nivel en ocho años, asustando al parecer al gobierno, que acababa de anunciar una delegación comercial a 11 países para impulsar las exportaciones de trigo. Como consecuencia de la suspensión, el precio del trigo nacional se desplomó entre un 10% y un 15% en anticipación a que la cuota de exportación se vertiera al mercado doméstico. Por otra parte, en el mercado europeo los precios del trigo subieron un 6%. Esto provocó que las naciones del G-7 hicieran llegar a la India su “descontento” por la medida.
El gobierno de India también está solicitando a los productores de algodón que retengan entre el 25% y el 30% de sus exportaciones habituales, para asegurar el suministro a su industria nacional. Esto se debe a que los precios del algodón están en su punto más alto de los últimos 11 años, impulsados por la enorme demanda mundial. Un quintal de algodón en bruto cotiza a unas 12.000 rupias en el mercado libre, más del doble del precio mínimo de apoyo. India representa el 24% de la producción mundial de algodón y el 10% de las exportaciones mundiales. El gobierno ha amenazado veladamente con imponer restricciones si los productores de algodón crudo intentan aumentar sus exportaciones.
M.K. Venu, en The Wire, India
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