Marcado por su pasaje por la Universidad de Chicago, el reconocido economista uruguayo repasó sus años de estudiante universitario, donde destacó su admiración por sus entonces profesores, Milton Friedman y Gary Becker. También recordó las discrepancias que tuvo con el expresidente Jorge Batlle previo a la crisis del 2002, que en su momento dieron de qué hablar. Sobre el contexto actual, analizó la situación de los bancos y la actuación del equipo económico, entre otros temas.
¿Cómo recuerda su pasaje por la Universidad de Chicago?
Cuando me invitaron a ir a estudiar a Chicago, yo era relativamente joven, me había recibido hacía poco tiempo. Yo no conocía lo que era la Universidad de Chicago porque en aquel entonces la Facultad de Ciencias Económicas recién tenía el primer grupo de economistas recibidos y básicamente lo que se analizaba era economía marxista, no era economía como ciencia económica.
Al llegar a Chicago me encontré con una economía diferente, que nosotros no conocíamos: microeconomía, macroeconomía, economía monetaria, economía internacional. Era difícil sobreponerse a la cantidad de horas de estudio que había que tener, era como entrar en una nueva carrera. Los profesores eran Premio Nobel de Economía, como Milton Friedman, Gary Becker, George Stigler, Theodore W. Schultz, Lucas.
Además, eran pocos estudiantes porque entraban alrededor de 50 por año; eran personas que ya habían estudiado mucho y salvaba el 50% de los que se presentaban a los exámenes. Eso exigía muchísimo, pero lo sobrellevé y pude seguir estudiando, obtuve mi Máster of Arts y quedé listo para ir al doctorado. Igualmente, en aquella época (año 76) era muy difícil volver, era muy caro y no se justificaba para un país como Uruguay.
Coincidió con Steneri en la Universidad de Chicago. ¿Cómo fue?
Un día vino gente de la Universidad de Chicago a preguntar si había un trabajo en la OPP sobre protección arancelaria; yo justo había hecho un trabajo y me preguntaron si quería trabajar con ellos. Cuando terminamos eso, Arnold Harberger, que era el jefe de admisión, me preguntó si quería ir a estudiar a Chicago. Yo le dije que no me quería ir solo y me pidió que sugiriera a alguien, entonces sugerí a Steneri y fuimos los dos.
¿Qué relación tenía con Milton Friedman? ¿Qué enseñanzas le dejó?
Milton Friedman y Gary Becker son los profesores que yo más admiro, provocaron revoluciones en el conocimiento económico. Friedman fue el líder del monetarismo, con fuerte oposición a Keynes. De hecho, había keynesianos en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago que se terminaron yendo porque él les exigía demasiado en términos de discusiones. Él era una persona para quien la evidencia empírica era fundamental. Y Becker fue el que introdujo el tiempo en el análisis económico.
¿Qué lo llevó a trabajar por tantos años como asesor de Citibank?
Cuando Sanguinetti empezó su primera presidencia, nombró a Davrieux como director de la OPP. Yo trabajaba allí y en su primer día en la oficina me llamó y me dijo: “dice Sanguinetti que te tenés que ir de la OPP”. Yo era liberal y había tenido una mesa redonda con Sanguinetti sobre distribución del ingreso, donde había manifestado mi punto de vista de Chicago. Me fui para el Ministerio de Industria por un tiempito y comencé a buscar trabajo, entonces conseguí en Citi como asesor de afuera.
Usted fue muy crítico en la época de Batlle con algunos manejos económicos. ¿Por qué?
Yo fui crítico en el inicio de los problemas. Cuando Sanguinetti dejó de ser presidente y entró Jorge, yo dije que había que hacer un ajuste fiscal profundo porque Sanguinetti había dejado un déficit fiscal muy grande –el 5 y pico por ciento del PBI-. En determinado momento Néber Araújo le dijo a Batlle: “Jorge Caumont dice que hay que hacer un ajuste fiscal”, y Jorge dijo: “de ninguna manera vamos a hacer un ajuste fiscal”.
La crisis comenzó con el déficit, pero en febrero del 2002 empezó la fuga de capitales y los problemas bancarios con Argentina y demás. Yo dije que había que tener cuidado con el tema bancario, que era lo que decía todo el mundo. Las reservas cayeron a un nivel muy bajo y cerraron cuatro bancos. Ahí se detuvo la fuga de capitales.
Cuando terminó el gobierno de Batlle yo escribí un artículo titulado “La gran salida”, que se refería a lo bueno que se había hecho para salir de todo eso. O sea que el único inconveniente que tuve con Jorge fue al comienzo.
“Los bancos se van a ir achicando; hay otras formas de hacer banking, no solamente teniendo una estructura bancaria, sino que además tenés otro tipo de actividades que desarrollar, que son relativamente fáciles de llevar adelante”
Dado su conocimiento en el ámbito bancario, ¿cómo ve las tendencias a nivel de la banca nacional?
Desde hace 20-25 años se empezó a hablar de la transformación de la banca tradicional. La tarea fundamental de un banco era la intermediación entre ahorristas y tomadores de crédito. Ese negocio tendía a desaparecer y a ser sustituido por otro tipo de operaciones, por ejemplo, la operación en derivativos, venta de futuros, venta de swaps, de monedas, de tasas de interés, todo eso, que acá sigue sin haber. El sistema bancario uruguayo es relativamente atrasado en ese sentido.
Los bancos se van a ir achicando; hay otras formas de hacer banking, no solamente teniendo una estructura bancaria, sino que además tenés otro tipo de actividades que desarrollar, que son relativamente fáciles de llevar adelante, como las operaciones de coberturas de riesgo, de especulación, de arbitraje, que acá comenzaron a aparecer hace cinco o seis años.
“Por más que Astori diga que la economía creció por 17 años, cuando tenés un desempleo del 10% y una capacidad ociosa de la maquinaria para producir, estás en receso”
Esas cosas van a exigir mucha menos gente y eso lo tiene que tener bien claro la AEBU. Me refiero a que es un proceso natural porque mucha cosa se hace a través de la economía digital.
¿Cómo evalúa la situación económica que recibió el gobierno?
El gobierno que se fue dejó una herencia muy difícil de sobrellevar, con un déficit fiscal del 5% del PBI, con una economía que estaba en recesión. Por más que Astori diga que creció por 17 años, cuando tenés un desempleo del 10% y una capacidad ociosa de la maquinaria para producir, estás en receso, es decir, tu capacidad potencial de crecimiento es mucho mayor de lo que estás creciendo.
Frente a esa “herencia”, ¿cómo ha sido la actuación del equipo económico hasta el momento?
Excelente. Están haciendo las cosas muy bien. Azucena y Lito están trabajando bien porque tienen claro que siempre hay restricción presupuestal. ¿Quién puede decir que los integrantes del equipo económico actual no quieren que la gente esté mejor? ¿Cómo no van a querer? El problema es poder.
Ellos están tratando de maximizar, sujetos a las restricciones que tienen, y lo están haciendo muy bien. Ojalá que les vaya bien, pero no sé qué va a suceder. Estamos en una situación de incertidumbre que me lleva a pensar que la gente que estima cuánto va a crecer o caer la economía, está payando.
¿La política monetaria debería ser más expansiva?
Es muy expansiva. El Banco Central cambió la política monetaria que venían arrastrando primero Bergara y después Graña. Está muy bien, sin perder reservas, y la bajó, por ejemplo, en lugar de ser 8% o 9% la tasa de corto plazo de las letras de regulación monetaria, es menos de 6%, o sea que es adecuadamente expansiva. ¿Por qué se hace eso? La tasa de interés es un determinante del consumo y de la inversión; si es baja, ayudás a que estos dos mejoren.
“Estamos en una situación de incertidumbre que me lleva a pensar que la gente que estima cuánto va a crecer o caer la economía, está payando”
¿Qué opina del tipo de cambio? El economista Javier de Haedo planteó a La Mañana que hace falta que sea más competitivo para que el sector privado pueda sacar al país adelante.
Respecto al tipo de cambio, yo he tenido posiciones diferentes según los momentos. Seguimos siendo caros, pero más caros somos porque Argentina es muy barata y porque Brasil tuvo devaluaciones mayores que las de Uruguay. Se apreció el yen y lo mismo pasó con el yuan; el euro también mejoró frente al dólar y nosotros “caímos” frente al dólar, por lo tanto, nos hicimos competitivos con el mundo, pero seguimos sin serlo con Argentina, que es un desastre, y con Brasil.
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