Luego de haber trabajado en la CIDE y en organismos internacionales, el Cr. Puppo tuvo el desafío nada menor de enfrentar la crisis del 82 como presidente del Banco Central del Uruguay (BCU). El país aprendió de esa experiencia, aseguró, y opinó que, de hecho, hoy se caracteriza por su “solidez institucional” en comparación con la región.
Su labor empezó en la CIDE, clave para la mejora económica del Uruguay. ¿Qué recuerda de esos momentos? ¿Qué importancia tuvo el organismo en materia económica para el país?
Mi labor empezó, aún no recibido, como parte del equipo de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), llamado por Enrique Iglesias, a quien conocí como profesor de nuestro viaje de estudios de Ciencias Económicas, siendo yo el presidente del grupo de estudiantes.
Nosotros pensábamos que estábamos haciendo un trabajo importante, pero cuando se terminó el plan de desarrollo consideramos que no habíamos tenido éxito porque las resoluciones y los avances se fueron dando muy lentamente.
La CIDE fue un gran laboratorio de enseñanza práctica de estudiantes avanzados de Ciencias Económicas que recibieron el conocimiento de lo mejor de América Latina, que eran expertos en política económica, social, educación, transporte, etcétera.
El organismo constituyó para Uruguay la primera institucionalización real de los temas económico-sociales. De ahí fueron saliendo camadas de profesionales que después fueron muy importantes, como Végh Villegas, Balzo, Anichini, Bensión, Zerbino. Seguramente me esté olvidando de muchos más.
Terminada la CIDE, Iglesias pasó al BCU y yo me fui a los organismos internacionales: al BID, y después, del año 71 al 72, a Santiago de Chile, a la Cepal.
¿Por qué volvió a Uruguay?
Por dos razones. Primero, no me gustaba la sociedad chilena. Cuando veía a mi hijo, que tenía cinco o seis años, cantar el himno chileno, y cada vez más hablar en “chileno”, se me revolvía el corazón, porque yo creía que tenía que estar cantando el himno uruguayo. No me sentía bien en Chile. Además, después vino la dictadura de Pinochet; eran años difíciles para vivirlos.
Segundo, recibí una presión muy grande para volver a la OPP –que era la continuación de la CIDE-, donde estaban todos mis compañeros anteriores, para trabajar en la reforma de las empresas públicas. Yo consulté a los referentes que tenía, que eran Faroppa, Wonsewer, Buchelli, Jorge Batlle, Juan Pablo Terra, y todos pensaban que era bueno que yo volviera. Lo hice en el 81.
Al poco tiempo, Gil Díaz se fue del BCU por desavenencias con los militares y le tocó a usted asumir como presidente del banco, donde debió enfrentar la crisis del 82 y estuvo hasta el 84. ¿Cuáles eran las alternativas que había de salida y qué problemas enfrentaron?
La crisis, vista ahora en perspectiva, no fue muy diferente a las posteriores, pero se juntaron varias circunstancias adversas. En primer lugar, una política fiscal que transcurría desacoplada a la política cambiaria. Se prefijaba el tipo de cambio, lo que se conocía por la tablita, y eso implicaba la inexistencia de déficit fiscal, que manejaba el ministro de Economía de la época, que era Arismendi.
“Aprendí mucho más en los dos años y algo que estuve como presidente del BCU que en el resto de mi vida”
No pudo lograrse un equilibrio fiscal; había algo así como una promesa de no incumplir la tablita, con lo cual rápidamente el país se fue quedando sin reservas.
Cuando me tocó asumir en el BCU, adicionalmente a esto, ocurrió un hecho fortuito que fue la guerra de las Malvinas, que hizo que toda esta región fuera considerada de riesgo. Por ello el Banco de Londres nos sacó el préstamo que teníamos, que hubiera hecho que siguiéramos con la tablita por un poco más, pero a la larga hubiera sido lo mismo.
Aprendí mucho más en los dos años y algo que estuve como presidente del BCU que en el resto de mi vida. Las decisiones en política económica, o las toma alguien anticipadamente o las toma la propia situación, y no es que hubo una decisión de dejar la tablita, sino que no podía continuarse porque simplemente no existían en la caja del BCU los dólares suficientes.
Fue un período muy difícil en la historia económica uruguaya. La salida fue, para mí, convencer a Végh Villegas de que fuera ministro de Economía. Él era embajador en Estados Unidos y fui especialmente para convencerlo. Tenía muchas ganas de volver y finalmente terminó aceptando, y yo volviendo a la Cepal, donde había pedido licencia.
“La CIDE constituyó para Uruguay la primera institucionalización real de los temas económico-sociales”
La situación se había agravado por un sistema financiero débil, empezaban a surgir problemas con los bancos…
Se habían dado permisos para la instalación de bancos sin el rigor necesario. Cuando los bancos no tienen una solidez muy grande, son los primeros que caen en una crisis.
Los bancos recibían monedas nacionales y prestaban en dólares, eran endebles, las empresas empezaron a dejar de pagar y las carteras de los bancos se hicieron incobrables.
Había excesiva cantidad de bancos y varios de poca calidad, y fueron cayendo uno tras otro. En ese momento el gobierno salió a apoyarlos con la compra de carteras, y el BCU aprendió a ser mucho más exigente como supervisor.
Sirvió como aprendizaje.
Exacto. Hoy el BCU está mucho más sólido. La crisis del 82 sirvió de enseñanza a los que después manejaron la crisis del 2002. El BCU empezó a darse cuenta de que tenía que mandar gente a prepararse en el exterior, y Steneri, Caumont, Favaro, que manejaron en gran parte la crisis del 2002, habían empezado a formarse en esa época.
“Uruguay tiene un aprendizaje muy grande y una solidez institucional que otros países de América Latina no tienen”
¿Cómo ha visto el manejo económico del gobierno hasta el momento?
Uruguay, pese a que tiene una inflación más elevada que lo que pretende, nada tiene que ver con las inflaciones de aquellos tiempos. El manejo de la política económica es infinitamente mejor.
El gobierno ya venía con una situación complicada en materia de déficit, pero debió postergar su reducción para más adelante. Si tuviera la desgracia de tener que manejar el país en este momento, no haría nada distinto. Uruguay tiene un aprendizaje muy grande y una solidez institucional que otros países de América Latina no tienen.
¿Cree que hay corrupción en Uruguay? ¿Qué importancia tiene?
Sí, creo que hay corrupción y la importancia es muy grande, aunque es un tanto diferente a lo que existe en otros países. En Uruguay, la corrupción es la irresponsabilidad, la indiferencia, la falta de cuidado de los bienes públicos.
Es tan importante como la más habitual, que es la corrupción, por ejemplo, con la obra pública; es una corrupción en la cual no hay gente que se haga rica, pero la mayoría se hace más pobre, entonces, en cuanto a la incidencia en la economía, es muy importante. El país tiene que ser mucho más riguroso en el cumplimiento de sus obligaciones diarias.
Una fundación que busca apoyar a la sociedad
Pasaron 60 años desde que Puppo conoció al Cr. Enrique Iglesias, a quien considera “un hermano”. Ambos trabajaron juntos en la Cepal y en el BID.
“Él siempre pensó en crear una fundación. Cuando terminó su tarea como funcionario internacional, decidió hacerlo, y el tema que eligió fue adultos mayores, sobre lo cual, salvo pertenecer a esa franja etaria, ni él ni yo sabíamos absolutamente nada”, explicó.
Fue así como nació la Fundación Astur, donde Puppo se desempeña como director general. “La fundación trata de ayudar a llegar a adulto mayor de la mejor manera posible. Si necesitás ser cuidado, hacemos capacitación de cuidadores; si estás bien, hacemos envejecimiento activo para que sigas estando bien”, comentó.
En lo personal, sostuvo que es importante mantenerse activo. “Si algo aprendí es que los que no hacen nada envejecen mucho más rápido, y trato de estar ocupado”, destacó.
Hoy el foco está puesto en las casas de larga estadía, donde aspiran a brindar su apoyo, “porque una sola cosa fue buena de la pandemia: visualizar algo que todo el mundo sabía, pero miraba para otro lado, que era la situación de las casas de salud; algunas son una verdadera vergüenza y ahora eso salió a la luz”.
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