Comenzó en la función pública en el primer gobierno de Sanguinetti, como presidente de AFE. El país transitaba la restauración democrática y todavía sufría los efectos de la crisis del 82. Años más tarde se enfrentó al desafío de implementar la reforma de la seguridad social, encabezando el BPS. Actualmente, el Cr. es asesor en la materia, sobre la cual plantea dos escenarios posibles de cambios a futuro.
¿Qué problemas debieron afrontar al asumir el gobierno en 1985?
El país estaba saliendo de una crisis económica, AFE estaba muy caído; había que reconstruir las locomotoras, que estaban en muy malas condiciones, y tenía una dotación de personal enorme, que era imposible de sostener. Estamos hablando de casi 10.000 empleados.
Saliendo de una crisis y entrando en la democracia, no se podía pensar en destituir personas. Ahí hubo un acuerdo a nivel de gobierno por el cual no se podía tomar a ningún funcionario público nuevo hasta que se redistribuyeran los de AFE, que terminaron trabajando en muchísimos organismos del Estado.
¿Por qué se definió cerrar el transporte de pasajeros?
AFE transportaba muy poca carga y la mayor parte de los pasajeros eran funcionarios de la misma empresa o gente que viajaba ahí porque el boleto era muy barato. Era un subsidio totalmente equivocado, porque una empresa pública no debe subsidiar directamente; si es necesario hacerlo por un problema de carencia de salario o de situación económica, lo tiene que hacer el Estado a través de un mecanismo económico más eficiente.
Con ese diagnóstico había dos alternativas: cerrar todo el ferrocarril o mantener el transporte de carga y cerrar el servicio de pasajeros, y fue una decisión política muy inteligente. En aquel momento, el Dr. Atchugarry era subsecretario de Economía y planteamos conjuntamente la necesidad de preservar el ferrocarril de carga, porque ya se estimaba que iba a ser importantísimo para el tema forestal.
Pasamos por tres o cuatro interpelaciones, pero lo interesante es que 30 años después, la misma política que planteamos en ese entonces es la que se está llevando a cabo.
“La seguridad social era uno de los temas más problemáticos que tenía el país, con un gasto enorme, pagando jubilaciones muy malas, con una falta de transparencia total, y pudimos armar un equipo muy profesional”
¿Fue una decisión difícil?
Fue una experiencia muy dura desde el punto de vista personal. Recuerdo que luego de una de las interpelaciones, yo llegué a casa a las siete y media de la mañana y me encontré con mi hijo mayor, que se estaba yendo al colegio, y me dijo: “papá, ¿por qué cerraste AFE?”. Fue durísimo, pero como decimos los colorados, había una ética de la responsabilidad y el gobierno cumplió con el deber de hacer lo que era necesario, sabiendo que iba a tener un costo político muy grande.
¿Cómo ve hoy el tema ferroviario?
El ferrocarril, para el transporte de pasajeros, requiere una densidad de población que no tenemos y una coordinación entre los departamentos de Montevideo, Canelones, San José y Florida, para que esté alimentado por las distintas compañías de ómnibus, cosa que es muy difícil porque responden a gobiernos departamentales diferentes. Eso no se pudo hacer, lamentablemente.
Hoy estamos con una situación formidable en el Ferrocarril Central que creo que va a hacer revivir el ferrocarril.
“En Uruguay tenemos una población que por suerte vive muchos años más, pero para la cual hay que pagar más años de jubilaciones, entonces, no se van a tener los recursos financieros, salvo que se haga un aumento de impuestos”
En la segunda presidencia de Sanguinetti debió implementar la reforma de la seguridad social, en el rol de presidente del BPS. ¿Cuáles fueron las consideraciones a la hora de llevar adelante esos cambios?
Primero, tuve la oportunidad de trabajar en ese proyecto, muy positivo para el país, y olvidarme un poco de lo duro que había sido el trabajo en AFE.
La seguridad social era uno de los temas más problemáticos que tenía el país, con un gasto enorme, pagando jubilaciones muy malas, con una falta de transparencia total, y pudimos armar un equipo muy profesional.
Ahí se eliminaron aquellos lugares donde grupos políticos importantes repartían tarjetas para tramitar jubilaciones, o sea, pudimos resolver uno de los grandes problemas del BPS, que era el clientelismo político.
“El gobierno recibió una situación bastante complicada, con una caída del PBI, con un desempleo enorme; por suerte, con una institucionalidad republicana que se mantuvo”
Hoy el país se enfrenta nuevamente a la necesidad de reformar la seguridad social. Este gobierno empezó ese proceso al crear una comisión de expertos en la ley de urgencia. ¿Por dónde cree que vendría la solución?
Cualquier reforma requiere un consenso político grande. Espero que con el equipo de expertos que se ha nombrado, donde hay profesionales de primera, se pueda mandar al Parlamento un proyecto antes de fin de año.
Hay dos tipos de reforma. En primer lugar, una estructural. El sistema previsional uruguayo no es solo el BPS, es también la mal llamada Caja Militar, la Policial, la Notarial, la Bancaria y la Profesional. Estamos hablando de un gasto total en materia previsional de casi un 13% del producto, y con un déficit de casi el 50% de eso, entonces, esto implicaría reestructurar todo el sistema previsional de estas instituciones.
La segunda posibilidad es tener un enfoque más limitado, pero también importante, que es el paramétrico, en el sentido de modificar las edades, los impuestos, los años de aporte, la tasa de reemplazo.
Los sistemas de reparto en el mundo están llegando a un límite casi final, dado el cambio de la estructura demográfica. En Uruguay tenemos una población que por suerte vive muchos años más, pero para la cual hay que pagar más años de jubilaciones, entonces, no se van a tener los recursos financieros, salvo que se haga un aumento de impuestos.
Yo sé que es muy duro decirle a la gente o plantear políticamente que vamos a aumentar la edad mínima a 65 o 67 años. En realidad, el promedio de jubilación en el BPS es de 63 o 64 años, o sea que no sería tanto, pero es un tema difícil.
“Hoy estamos con una situación formidable en el Ferrocarril Central que creo que va a hacer revivir el ferrocarril”
¿Cuál de esas dos reformas cree que sería la más indicada?
Habría que ver cuál es el apoyo político para una reforma estructural. Son muchos cambios y muchos intereses creados, aunque cualquier reforma que se haga es hacia el futuro, es decir, no va a tocar los derechos adquiridos, pero es más difícil hacerla por todos los intereses creados de las distintas cajas.
En el corto plazo, lo adecuado sería una reforma paramétrica sumada a un mejoramiento del pilar de capitalización, y después, ampliar a un tercer pilar, que permita invertir en el exterior o realizar otro tipo de inversiones, para aumentar las posibilidades de inversión y diversificar el riesgo.
En la campaña electoral pasada coordinó los equipos técnicos de Batllistas, el sector que lidera Sanguinetti. ¿Hoy asesora al gobierno?
Ahora he estado trabajando en el tema de la reforma de la seguridad social, me han pedido algunos informes.
¿Cómo analiza la situación económica actual?
El gobierno recibió una situación bastante complicada, con una caída del PBI, con un desempleo enorme; por suerte, con una institucionalidad republicana que se mantuvo. El presidente de la República, a los 12 días de asumir, se encontró con esta incertidumbre horrorosa de la pandemia, que se ha manejado maravillosamente bien.
Uruguay es un ejemplo en ese sentido, pero no podemos descuidarnos; no hay que apurar el festejo porque todavía falta. Si miramos las noticias de hoy en el mundo, especialmente en Estados Unidos y en Europa, esto parece retomar una segunda ola. Es algo realmente muy complicado y preocupante.
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