La economía podría avanzar sustancialmente si relajara una de sus hipótesis más preciadas: el individualismo metodológico, o la idea de que cualquier explicación necesita estar relacionada con individuos que toman decisiones sensatas. Estudiar las regularidades en los datos agregados –característico de la macroeconomía antes de los años 1970- resulta poco interesante si estos no están cimentados en un comportamiento individual racional. Este requerimiento coloca a la disciplina en una enorme desventaja frente a las ciencias naturales, porque impide entender mejor la relación entre lo micro y lo macro.
La ciencia económica ha desarrollado así modelos con fuertes cimientos micro, centrados en individuos que toman decisiones racionales y responden a incentivos bien entendidos. Para progresar cumpliendo al mismo tiempo con estos requerimientos, los economistas han tenido que simplificar, a menudo hasta el absurdo, el grado de interacción entre el individuo y los resultados agregados que se intentan explicar. Una manera común de hacerlo es suponer que todos los individuos son idénticos –el llamado agente representativo–, o que son heterogéneos de maneras muy sencillas. Pero exigir que todas las explicaciones económicas se basen en comportamientos individuales es como intentar explicar el recalentamiento global partiendo de la física cuántica. En las últimas décadas, la economía ha pasado de definirse a sí misma por las preguntas que formula a definirse a sí misma por los métodos que usa. Al limitar su estrategia al individualismo metodológico, lo que ha hecho es socavar su propio progreso.
Afortunadamente, este enfoque metodológico se está derrumbando. A nivel micro, la creencia en el supuesto de la racionalidad individual se ha visto afectada por la economía conductual. En una serie de artículos, Xavier Gabaix de Harvard ha demostrado que los principios básicos de micro y macroeconomía cambian mucho si suponemos que la racionalidad de los agentes tiene límites. De la misma manera, el colega de Gabaix en Harvard Joseph Henrich sostiene que la manera en que la gente toma decisiones no es universal, sino que más bien depende de la cultura a la que pertenece.
Ricardo Hausmann, en Project Syndicate
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