Dos días después de las elecciones legislativas en Estados Unidos, el Financial Times informaba que la inflación estadounidense se ha ralentizado, los mercados están “aturdidos” y la Reserva Federal podría ahora suavizar sus aumentos en las tasas de interés. El momento fue estratégico dado que el empuje de los precios del petróleo terminó en junio y que las variaciones generales de precios han sido bajas desde julio. Al parecer, con las elecciones terminadas, ahora se pueden admitir los hechos. El último índice de precios al productor es una prueba de ello. Según Reuters: “Excluyendo alimentos y energía, los precios de los bienes bajaron un 0,1%, lo que siguió a un dato sin cambios en setiembre. El informe de la semana pasada sobre la inflación al consumo mostró que los precios de los bienes básicos también disminuyeron en octubre”. Powell y la Fed no conquistaron la inflación. Fue la Casa Blanca quien lo hizo, vendiendo petróleo de la Reserva Estratégica para bajar el precio de la gasolina, al menos por el momento. El descenso en los precios de la gasolina provocó a su vez que otros precios se nivelaran lentamente. Para ser justos, a la Fed se le puede atribuir el mérito de haber pinchado sectores ultra-apalancados, especulativos y exagerados como el de las criptomonedas, que se deberían haber regulado desde hace mucho tiempo, y, por supuesto, con el desplome en la construcción de viviendas.
Si la Fed sigue haciendo caso a las eminencias de Harvard, podría producirse un descalabro más profundo el próximo año. Eso sería muy negativo, especialmente si las criptomonedas o los acontecimientos en Europa desencadenan un crac financiero mayor. Pero, como insinúa la prensa financiera luego de las elecciones, la Fed podría ahora decidir aflojar su política monetaria y reivindicar una victoria sobre presiones inflacionarias que siempre fueron temporales. Y si mi modelo de 15 años de edad sobre el comportamiento (político) de la Reserva Federal todavía tiene poder de predicción, la agresividad del año pasado habrá sido solo un entrenamiento. La verdadera cruzada contra la “inflación” comenzará cuando la carrera presidencial se ponga en marcha a finales de 2023, justo a tiempo para causar el máximo daño económico y político.
James K. Galbraith, Project Syndicate
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