Los responsables de política económica de los países emergentes deben resistir los encantos de la globalización financiera. Varios estudios, entre ellos uno realizado por Dani Rodrik de Harvard y por mí, han demostrado que los flujos internacionales de capital financiero privado no fomentan un crecimiento económico sostenido. Los beneficios de la globalización financiera, si es que los hay, son demasiado limitados como para que compensen los costos de las crisis repentinas, la fuga de capitales y la pérdida de control de las economías. Por muy malas que se consideren las políticas de China bajo el mandato del presidente Xi Jinping, este país es uno de los pocos que todavía cuenta con capacidad de utilizar su política interna para amortiguar las turbulencias financieras actuales. Las economías emergentes y en desarrollo deben abandonar la narrativa del victimismo y deshacerse de sus ilusiones sobre la cooperación mundial. En su lugar, los responsables políticos deberán recuperar el protagonismo y el control regresando a la movilidad de capitales relativamente limitada que caracterizó la era de Bretton Woods.
Más en general, el mundo parece haber olvidado que la excesiva financiarización es la responsable de algunas de las peores crisis económicas de las últimas cuatro décadas. Hay que salvar al capitalismo de sus rentistas financieros y la desglobalización financiera es un buen punto de partida. Como dijo una vez el economista británico y arquitecto de Bretton Woods, John Maynard Keynes, mientras que las ideas, el conocimiento y la ciencia son internacionales por definición, las finanzas deberían ser “principalmente nacionales”. Ya es hora de que sigamos su consejo.
Arvind Subramanian, en Project Syndicate
TE PUEDE INTERESAR: