Los combustibles fósiles envenenan el aire, hacen que el clima sea insoportablemente caliente, pero seguimos necesitándolos. Más que nunca, como la recuperación es firme, las materias primas escasean y sus precios se han disparado. Pero vamos a fingir lo contrario. En las cumbres internacionales sobre el clima, es como si la situación económica actual no existiera. Esta disociación comunicativa (en realidad, en el G20 se habló mucho de las cadenas de valor y de los suministros) no ayuda a comprender la complejidad de los fenómenos ligados a la transición energética. Es necesario tener el coraje de lanzarse por sobre el obstáculo, de creer en la realización de un sueño –como bien lo ha dicho el primer ministro Draghi–, pero la persistencia de malentendidos e hipocresías no ayuda a que se tome plena conciencia de la tragedia que estamos viviendo. Mientras el presidente Joe Biden se esfuerza por frenar el uso del metano, su secretario de Estado, Anthony Blinken, presiona a la Opec para que aumente la extracción de crudo. Vladimir Putin ha sido fuertemente criticado por su ausencia en Roma y Glasgow –y tratado, junto con el presidente chino Xi Jinping, de negacionista–, pero al mismo tiempo Occidente le insta a aumentar y asegurar el suministro de gas natural.
Europa, que se siente orgullosa de estar a la cabeza de la fijación del objetivo de emisiones netas de 2050, esencial para contener el aumento de las temperaturas, teme quedarse en el camino este invierno. El compromiso de plantar un billón de árboles de aquí a 2030 –contenido en los documentos finales del G20– es extraordinariamente valioso porque no hay mejor manera de capturar el CO2. ¿Pero no existe el riesgo de que parezca poco realista desde el principio? Son 142 árboles por cada habitante de la Tierra… Jacopo Giliberto escribió en Il Sole 24 Ore sobre la inconstancia de las renovables: “No se manifiesta en los bajísimos costes de producción, sino en los altísimos costes de no producción”. Es totalmente razonable confiar en el progreso tecnológico, pero resulta hipócrita pensar que podemos prescindir de la generación de energía nuclear, que sin embargo la Unión Europea admitirá en la taxonomía de fuentes promovidas, en parte por presión de París.
Ferruccio de Bertoli, en Corriere della Sera, Italia
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