Julián Zícari es doctor en Ciencias Sociales y especialista en historia económica. También es licenciado en las carreras de Economía, Psicología, Historia y Filosofía. Es docente universitario e investigador del Conicet y ha publicado diversos libros relativos a las crisis y conflictos sociopolíticos de Argentina, su país de origen. En una entrevista concedida a La Mañana, el experto analizó la situación actual del país vecino y las posibles vías de salida a los desafíos económicos y políticos que se arrastran desde hace varios años.
¿Cómo describiría la situación económica actual de Argentina y cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta el país?
Los principales problemas o desafíos son: la situación distributiva, que realmente es muy dramática, de aumento de la pobreza, caída de ingresos, que hay que atender de manera urgente; la falta de dólares; el altísimo nivel de inflación y el sobreendeudamiento.
Algunos analistas afirman que el momento actual tiene similitudes con la época en la que asumió Menem, dada la hiperinflación del 89, que derivó en el famoso Plan Bonex. ¿Comparte esta apreciación? ¿Hay semejanzas de esa etapa con la realidad de hoy?
El último tramo del gobierno de Alberto Fernández tiene muchas semejanzas con el gobierno de Alfonsín: la falta de dólares sobre todo en el BCRA, la falta de reservas, el sobreendeudamiento, el parate económico, el deterioro de los ingresos, una economía sobreendeudada y una sequía que agudizó la falta de dólares. También es verdad que hasta ahora la situación no explotó, si bien se recalentó mucho la inflación, no ha explotado una hiperinflación y hay bastantes posibilidades de evitar eso. En ese sentido, no es tan dramático. El Plan Bonex tal vez podría aplicarse si ganara Milei, pero tampoco lo veo viable. En ese sentido, es más leve esta situación que la del 89.
¿Cuáles son las posibles salidas que vislumbra a la crisis actual?
La situación actual corre por un precipicio muy difícil de salir, porque, por un lado, como mencionaba, hay una crisis de ingresos, un deterioro social, distributivo y salarial bastante pronunciado, y por otro lado hay un recrudecimiento bastante palpable del frente externo por la falta de dólares, el sobreendeudamiento, entonces no parece posible que se atiendan los dos frentes a la vez. Habría que apuntar todo a solucionar la situación distributiva y el frente externo, o devaluando o sacando las retenciones, pero eso castigaría inmediatamente al mercado interno y los ingresos.
El año que viene va a ser positivo, aparentemente va a haber una muy buena cosecha, incluso mejor que la del año anterior, lo que daría una holgura al frente externo bastante importante. A su vez, si pensamos que ya el año que viene se podría lograr estar en un punto de equilibrio con respecto a la importación de hidrocarburos, eso también va a ser un alivio en las cuentas externas y ese excedente de dólares permitiría cierta estabilización. Con un plan de estabilización en etapas, si se preparan las condiciones, la situación se podría solucionar sin demasiada conflictividad social. Va a llevar un tiempo, pero se puede hacer sin problemas.
¿Es viable un plan de convertibilidad dado el contexto actual?
Un plan de convertibilidad, por lo menos como el que aplicó Cavallo en el 91, no es viable. Recordemos que hubo ciertas condiciones muy específicas que permitieron el lanzamiento de la convertibilidad. Cuando asumió Cavallo, lo peor de la hiperinflación había pasado, los precios estaban en equilibrio, el BCRA tenía muchas reservas, el dólar estaba muy devaluado, lo cual generaba una holgura externa bastante fuerte. Los precios del exterior de Argentina crecieron durante cinco años de manera ininterrumpida, había una afluencia de capitales muy grande que hizo que el país recibiera muchos fondos. Estaba también la renegociación de deuda externa para los países periféricos, especialmente los latinoamericanos con el Plan Brady. Hoy, todas estas condiciones no están. El mismo Cavallo reconoce que no es posible. Llegar a precios de equilibrio, lanzar un plan de estabilización, va a requerir tiempo, no se puede hacer de manera inmediata ni cortar de forma abrupta esta tendencia inflacionaria, menos con una convertibilidad, porque inmediatamente va a atrasar el tipo de cambio agudizando aún más los ya delicados problemas del frente externo.
¿Qué opina sobre la propuesta de dolarizar la economía?
La posibilidad de dolarizar realmente la veo muy débil, social y económicamente Argentina no está en condiciones de dolarizar, no tiene un frente social, una fuerza política capaz de sostener eso. Para empezar, quebraría un 30% del aparato productivo, aumentaría muchísimo el desempleo, la pobreza, bajarían los salarios. Es una medida insostenible en el largo plazo porque no habría una válvula de escape para solucionar. Y no están dadas las condiciones. Ellos están presentando dos grandes estrategias, el camino de Ecuador o el de El Salvador, pero ninguno de los dos es practicable para Argentina. Recordemos que cuando Ecuador dolarizó tuvo un 120% de inflación el primer año, y países que están dolarizados como Zimbabue tienen 300% de inflación, entonces, no habría ningún beneficio palpable y aumentarían los costos y las problemáticas económicas por todos lados.
¿Cuál sería el efecto de esto para la región y en particular para Uruguay?
La dolarización agudizaría problemas de dependencia productiva, financiera, comercial, dificultaría el Mercosur, haría mucho más fácil que se trasladaran las crisis entre un país y otro, aumentaría la vulnerabilidad de los flujos financieros, convertiría a Argentina en una semicolonia y arrastraría en gran medida a la región a serlo.
En otro orden, la crisis financiera de 2001 tuvo un impacto significativo en la economía argentina y en la vida de sus ciudadanos. ¿En qué medida se reflejan las consecuencias de esa crisis en la situación actual?
Con respecto a 2001, es verdad que hay muchas similitudes, una crisis de deuda, aumento de la pobreza, caída del salario, fuerte injerencia del FMI, políticas de ajuste, incluso una crisis de representación política. Ahora, hay grandes diferencias, la más palpable es que una de las marcas más significativas de la crisis del 2001 fue el corralito y la crisis bancaria, pero en este momento esto no parecería posible, salvo si gana Milei, aunque la situación del sistema bancario argentino es muy sólida. Por otro lado, los niveles de las problemáticas sociales no son iguales, por ejemplo, hoy hay un gran arsenal de recursos con los cuales el Estado asiste a la población más golpeada por la crisis, hay una serie de elementos y coberturas que hacen que la situación social, si bien está en deterioro y es muy dura, no sea ni cerca parecida a la del 2001. Incluso, los niveles de desempleo son muy bajos, están en el orden del 5-6%, cuando en 2001 estaban arriba del 20%. Esto se traduce en los niveles de conflictividad social, que son muy bajos en relación al 2001.
Yo agregaría dos elementos más de tinte político. Por un lado, que el “voto bronca” está relativamente canalizado por Milei, que representa el descontento, el voto antisistema. Y un elemento más, que muchos lo olvidan, es que la crisis del 2001 fue exclusivamente argentina, fue un fenómeno criollo, en cambio, lo que está viviendo ahora Argentina es muy similar a lo que vive el grueso de los países del mundo, el ascenso de las derechas, el aumento de las desigualdades, la caída de ingresos, un fuerte proceso inflacionario. Si bien Argentina es un caso excepcional, está acompañando las tendencias mundiales donde la mayoría de los países triplicaron, cuadruplicaron, quintuplicaron la inflación.
TE PUEDE INTERESAR: