La semana pasada el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) anunció que la economía brasileña creció 7,7% en el tercer trimestre respecto al anterior. Respecto a igual trimestre del 2019, el PBI marca todavía una contracción de 3,9% como consecuencia de los efectos de la pandemia. Tomando en cuenta el acumulado de los primeros tres trimestres del año, la economía brasileña se contrajo 5% respecto al año anterior, lo que permite alentar expectativas de que la contracción anual se mantenga alrededor de ese número.
La recuperación es uniforme en la mayoría de los sectores de actividad. La industria creció 14,8%, el consumo 7,6%, la inversión 11% y el gasto del gobierno 3,5%. Solo la agricultura sufrió una leve contracción de 0,5%. Seis meses atrás el FMI anticipaba una caída del PBI para el 2020 de 9,1%, lo que indica que la economía brasileña se está comportando mejor a lo que se esperaba en los primeros meses de la pandemia.
Brasil también viene recuperando de forma sostenida los niveles de empleo formal. En octubre se crearon 395 mil empleos netos, el cuarto mes consecutivo de incrementos en los puestos de trabajo. Según el ministerio de Economía, esto deja la pérdida neta de empleos en los primeros diez meses del año en 171 mil, una cifra menor a los empleos perdidos en la recesión anterior de 2015 y 2016. “En esta recesión no perdimos el foco… Nos volvimos a levantar y estamos creando empleos a gran ritmo. Podemos llegar a fin de año con cero pérdidas de empleo… cero”, dijo el ministro Paulo Guedes luego de que se conocieran las últimas cifras de empleo.
Sin dudas la flexibilización de las medidas de aislamiento social tuvo mucho que ver con la recuperación del último trimestre, pero no es el único factor que explica la recuperación económica del país norteño.
A fines de marzo -a pocas semanas del inicio de la pandemia-, el congreso brasileño había aprobado la propuesta del presidente Bolsonaro del plan de Auxilio Emergencial, que básicamente implica un pago mensual de R$ 600 (USD 115) a aquellos afectados por la pandemia. Este plan evitó que 66 millones de beneficiarios cayeran por debajo de la línea de pobreza, permitiendo a su vez que el dinero circulara en la economía y la recesión fuera menos profunda de lo que hubiera sido sin la entrada en vigencia de este plan.
Originalmente el plan debía durar tres meses, pero el mismo sigue vigente en la actualidad, aunque el beneficio ha sido recortado a la mitad, quedando en R$ 300. La contracara de este y los otros planes de asistencia introducidos por el gobierno de Bolsonaro es que el déficit fiscal alcanzará niveles cercanos al 12% del PBI para final del año, lo que hace que el plan sea insostenible fiscalmente en el mediano plazo.
En efecto, algunos analistas expresan preocupación ante el eventual retiro del Auxilio Emergencial y el efecto que tendrá para el consumo y el crecimiento económico en general. Pero desde el ministerio de Economía no opinan lo mismo, mostrándose más optimistas. En un comunicado de la semana pasada, la cartera opinó que los efectos positivos del aumento de la actividad y el empleo el año que viene compensarán el retiro del paquete de estímulo.
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