Cada periodo viene acompañado de sus propios retos, tanto para el mundo académico como para el político. Actualmente estamos viviendo las inmensas consecuencias de la pandemia. Durante esta crisis, el pilar de bienestar social de nuestro sistema económico es el que más se necesita. El gobierno está ayudando a la gente en estos momentos difíciles proporcionando ayuda financiera, como las prestaciones por trabajo a tiempo parcial, las bonificaciones por hijos y normas más beneficiosas para las prestaciones por desempleo. Con ello se ha podido absorber alrededor del 80% de las pérdidas de ingresos de los hogares en Alemania, según un estudio actual del IFO y la Comisión Europea. Un análisis anterior del Instituto Económico Alemán ya había concluido que el sistema de seguridad social pudo contrarrestar el aumento de la desigualdad en la renta disponible de los hogares el año pasado. El gobierno también está compensando las pérdidas de ingresos de las empresas durante la pandemia. Gracias a la decidida intervención de la política fiscal, en particular, el desplome económico de la primavera pasada no ha tenido consecuencias graves ni ha provocado una espiral descendente. Y esto no se aplica solo a Alemania. El FMI estima que el desplome económico mundial del año pasado habría sido tres veces más grave sin las medidas de apoyo de los gobiernos.
Las crisis han desencadenado y acelerado a menudo la transformación de la economía social de mercado. A veces se ha desplazado más peso hacia una pata, a veces hacia la otra. Pero una cosa es segura: se necesitan dos piernas fuertes para avanzar. ¿Qué cambios se producirán a medio y largo plazo como consecuencia de la crisis económica provocada por la pandemia? Actualmente se está debatiendo mucho sobre este tema, con especial atención a la relación entre el mercado y el Estado.
Jens Weidman, presidente del Bundesbank, en el 70 aniversario del Instituto Económico Alemán
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