Muchos empleadores están alarmados por la actual escasez de mano de obra. Alegan que existen dos supuestos problemas. En primer lugar, que la escasez de mano de obra es consecuencia de los programas gubernamentales que desincentivan el trabajo. Y segundo, que la escasez perjudicará a la economía. Ambas afirmaciones son equivocadas. En cuanto a la segunda, es probable que sea lo contrario: la escasez de mano de obra que estamos experimentando es real. Pero se trata de una oportunidad, no de una crisis. Si la falta de entusiasmo por los malos empleos perdura, ¿es un mal augurio para la economía estadounidense? La respuesta es no, y he aquí la razón: Estados Unidos no tiene un problema de cantidad de empleos, sino de calidad. Durante los últimos 40 años, nuestra economía ha generado un gran número de puestos de trabajo mal remunerados, económicamente inseguros y con escasas perspectivas de desarrollo profesional. Imaginemos que Estados Unidos contara con un mecanismo de mercado que estimulara a los empresarios a pagar voluntariamente salarios más altos, ofrecer mejores prestaciones y utilizar a los trabajadores de forma más productiva. En realidad, ese mecanismo existe: se llama escasez de mano de obra. El periodo de escasez de mano de obra, por tanto, es una oportunidad para catalizar mejores condiciones de trabajo para los que más lo necesitan.
David Autor, profesor de economía del M.I.T. y coautor del M.I.T. Task Force para el Trabajo del Futuro. Columna en New York Times.
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