Cuando el conflicto bélico en Ucrania llegue a su fin, nada va a ser como antes, de acuerdo con el análisis del economista. Entrevistado por La Mañana, Michele Santo explicó los pormenores de lo que se ha denominado la nueva bipolarización mundial. En otro orden, se refirió al escenario en Uruguay, donde evaluó la política de suba de tasas llevada a cabo por el Banco Central (BCU) y el comportamiento que ha tenido el dólar, así como los impactos de la situación económica argentina.
Respecto a la guerra en Ucrania y sus efectos en todo el mundo, como la inflación, la escasez de alimentos y energía, o el caso de Alemania que exhibe déficit en su cuenta corriente, ¿ve posible un cambio estructural en la economía mundial o cree que cuando termine el conflicto todo será como antes?
No creo que todo vaya a ser como antes. Este conflicto de alguna manera aceleró un proceso en el cual la globalización ya estaba puesta en jaque por la pandemia, por la crisis que se generó en la cadena de suministros; y ahora la guerra en Ucrania, un factor adicional que va a apresurar la conformación de dos grandes bloques: uno occidental, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, y uno encabezado por China y Asia y una alianza estratégica entre Rusia y China, que va a tratar de hacer frente al dominio de Estados Unidos a nivel internacional.
Creo que la sumatoria de la importancia económica que adquirió China con la potencia militar y nuclear de Rusia y el enorme potencial de Asia –basta pensar que China e India representan más del 30% de la población mundial–, va a acelerar un conflicto que será inevitable. Esto sucede cuando un imperio dominante empieza a ser desafiado por uno emergente. Es la situación de Estados Unidos, que se ha visto desafiado fuertemente en términos económicos por China, y ahora se suma un desafío geopolítico internacional que impacta con mucha mayor fuerza en Europa y que tendrá ramificaciones a nivel global. Pensar que vamos a retornar a una situación previa a la guerra de Ucrania cuando esto termine, es bastante ilusorio. Esto ha acelerado un conflicto que implícitamente ya se estaba dando.
¿Cómo cree que queda China posicionada en este contexto?
Hasta ahora creo que China está actuando de una manera muy prudente, viendo la reacción que ha tenido Occidente a la invasión rusa en Ucrania, tratando de mantener una posición “neutral”, pero es esencialmente el gran apoyo que sigue teniendo Rusia; porque claramente los objetivos geopolíticos de China están más alineados con Rusia que con Estados Unidos.
China e India han sido hasta ahora los grandes compradores de la energía rusa, que, por las sanciones, Occidente decidió no comprar. Además, China con Taiwán tiene un problema similar a Rusia con Ucrania. China está mirando cómo se desarrolla el conflicto con Ucrania tomando las lecciones pertinentes y decidiendo cuándo hará algo semejante con Taiwán. Hay mucha especulación con respecto a esto, si será el año que viene o dentro de cinco o seis. China viene diciendo hace mucho que su objetivo es recuperar a la provincia rebelde como es Taiwán a los ojos de China.
Con respecto a la realidad de nuestro país, ¿qué opinión tiene sobre la política de suba de tasas que lleva adelante el BCU?
Puesto que el objetivo del BCU es bajar la inflación o tratar de controlarla, no tiene más remedio que hacer lo que está haciendo, independientemente de que no lo ayude tanto la política fiscal y, sobre todo, la política salarial. Es una historia repetida en Uruguay desde hace muchas décadas.
Dado el alto grado de dolarización de la economía –aunque se ha reducido algo en los últimos 10 a 15 años–, el principal canal que tiene la política monetaria para influir sobre los precios no es el canal crediticio vía suba en la tasa de interés y encarecimiento del crédito, sino que es el canal cambiario, donde la suba de tasa de interés o su expectativa, llevan a un cambio de portafolio y los agentes venden dólares y se hacen de pesos, y eso hace que el tipo de cambio baje. Entonces, en definitiva, el BCU no tiene otra opción más que hacer lo que hace, a pesar de que no obtenga los resultados deseados en términos de llevar la inflación a los objetivos fijados.
¿Qué valoración hace sobre el tema del dólar en este contexto?
En el valor del dólar influyen un montón de factores, no solo la política monetaria. Tuvimos subas significativas en los precios de los commodities como consecuencia de la guerra y, aunque se hayan desinflado algo los precios de los granos, siguen en buenos números. Todo el complejo agroexportador se ha visto beneficiado por la suba de los precios de los productos de exportación y de alguna manera eso amortigua el efecto de la baja del dólar.
Obviamente que aquellos sectores que no se vieron beneficiados de la suba de los precios en dólares están sufriendo las consecuencias; ni hablar a nivel de frontera, en particular con Argentina, pero el 90% de ese problema viene de allá. El dólar en Uruguay no puede estar siguiendo las locuras que ocurren en Argentina.
De todos modos, a nivel global estamos desfasados. Hace poco leía que el índice Big Mac de The Economist muestra que el peso uruguayo está sobrevaluado alrededor de un 20% y ajustado por PBI per cápita, alrededor del 50%. Uruguay es un país muy caro en dólares, dejando de lado el tema de Argentina, con quien no nos podemos comparar.
¿Es sostenible el tipo de cambio actual con la desvalorización del peso argentino? ¿No estamos en una situación similar a la posterior salida de la convertibilidad de hace 20 años?
Dependerá de dónde se ubique el tipo de cambio de Argentina una vez que este escenario caótico se estabilice en algún momento, más allá de que la situación en el país vecino es totalmente imposible de prever en el corto plazo. Después de que la crisis se resuelva de una manera u otra, habrá que ver en qué nivel se estabilizan los precios en dólares y el tipo de cambio en Argentina, y ahí habrá que evaluar la realidad junto a los otros factores globales que afectan al tipo de cambio en nuestro país.
Claramente no podemos manejar la política cambiaria de Uruguay tomando como referencia solo a Argentina, especialmente, cuando dicho país está en medio del huracán y lejos de encontrar algo parecido a una relativa estabilidad. Lamentablemente, los sectores más dependientes de Argentina como el turismo y el comercio de frontera, así como algunas exportaciones, van a continuar sufriendo mucho hasta que la situación se estabilice, aunque la economía uruguaya en su conjunto no debería tener mayores problemas.
Según las minutas del último Copom (Comité de Política Monetaria), el BCU ha vendido dólares a futuro a las empresas públicas para que hagan coberturas. ¿No sería más sano y transparente que las empresas públicas deban acudir a los bancos públicos o privados para comprar dólares? ¿No hubiera aminorado eso la caída del dólar?
No creo que haya hecho una gran diferencia. Dada la dinámica que han mostrado los precios de los commodities, los ingresos de capitales y las tasas de interés internacionales —al menos hasta hace unos meses—, el dólar hubiera caído de cualquier manera. Ciertamente que en la medida en que el BCU ha subido la tasa de interés para amortiguar la inflación, eso, como suele ocurrir, llevó en el corto plazo a los agentes a posicionarse en pesos, presionando más a la baja al tipo de cambio. No creo que la dinámica hubiera cambiado mucho respecto a si las empresas públicas compraban o no en el mercado contado.
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