Como resultado de la pandemia, los problemas laborales están recibiendo, justamente, una renovada atención. Pero, ¿cómo pueden los trabajadores recibir no solo lo que les corresponde, sino también tener acceso a empleos decentes que les permitan vivir dignamente? Una estrategia posible consiste en transformar la estructura de la demanda en la economía para beneficiar por un lado a aquellos trabajadores con menor formación, y por otro a las regiones más deprimidas. La escasez de puestos de trabajo estables para la clase media está estrechamente relacionada con la desaparición –como resultado de la globalización y el cambio tecnológico– de los trabajos industriales de cuello azul y de los puestos de ventas y administrativos del sector de servicios. Los responsables políticos deben centrarse en ampliar la oferta de puestos de trabajo en la zona central de la distribución de habilidades con el fin de revertir estos efectos polarizadores. Además, debemos considerar explícitamente cómo las nuevas tecnologías ayudan o perjudican a los trabajadores, y repensar las políticas públicas de innovación. La narrativa actual se centra casi exclusivamente en cómo los trabajadores deben reciclarse para adaptarse a las nuevas tecnologías, y demasiado poco en cómo la innovación debe adaptarse a las habilidades de la fuerza de trabajo.
Dani Rodrik, en Project Syndicate
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