Nicolás Cichevski es economista por la Universidad de la República Nicolás Cichevski, candidato a máster en Economía por la misma universidad y posgrado en Business Analytics por la Universidad ORT, con cursos de especialización en métodos cuantitativos (Cinve) y defensa de la competencia (Barcelona School of Economics), entrevistado por La Mañana se refirió en líneas generales a la situación actual y a posibles soluciones sin afectar los números de la economía.
¿Cuál es la realidad económica del país que justifica que las empresas extranjeras tomen la decisión de retirarse o reestructurar, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo?
Desconozco los distintos casos en particular, más allá de las medidas de las empresas. Por tanto, no me voy a referir específicamente a estos casos, pero sí desde una visión quizás más general. Obviamente, no es una noticia de hoy que las empresas tienen problemas de competitividad. En particular, una buena parte de ellas está más inserta en las cadenas globales, típicamente celulosa, frigoríficos, y no dependen tanto de lo que ocurre en la región, ya sea en materia de competitividad como de destino. El resto de las industrias, en muchos casos, dependen mucho del Mercosur, no solo como destino de la producción –y acá obviamente la protección arancelaria es relevante y una pieza importante del funcionamiento de estas industrias–, sino que también, en algunos casos, lo que se produce son insumos que luego en Argentina o en Brasil son utilizados en diferentes procesos productivos.
La competitividad y qué tan caro es Uruguay para producir es mucho más relevante como discusión, y no creo que esta sea nueva. Quizás los nuevos ingredientes de la discusión son, por un lado, los cambios en materia económica que ha sufrido Argentina en los últimos tiempos. Es importante tener en cuenta que, más allá de que hoy Argentina es más cara, también sigue siendo bastante incierta, sigue siendo una economía cuyas reglas de juego son inciertas, hoy hay un gobierno que promete certeza, mañana hay otro. Eso sigue siendo un factor diferencial que hace que muchas veces las líneas se dividan en Uruguay, pero, del mismo modo, en la medida en que se vislumbre que pueda resolverse eso o que Argentina reencause su orientación, incidirá en las decisiones empresariales. Igualmente, hoy estamos muy caros comparados con Brasil y eso obviamente es un problema en materia de competitividad, no solo por lo que le podemos exportar, sino también por lo que le podemos importar. En la ecuación también entra Paraguay, que es una economía menos desarrollada, con un menor nivel de capital humano, también con menores niveles impositivos, que progresivamente ha ido construyendo reputación. Hace poco Paraguay recibió el grado inversor, eso obviamente es una buena noticia para el país y ese combo hace que, en definitiva, se pongan de manifiesto las dificultades que tienen algunas industrias, en particular en Uruguay, que, como comentaba, suelen ser industrias de insumos intermedios. Las de autopartes obviamente son unas de ellas, son industrias que dependen de la protección arancelaria. Hay industrias que viven del Mercosur y lo que ocurra en él es muy relevante para su desempeño.
¿Es difícil para Uruguay adecuarse a la realidad económica de la región para no perder el grado de competitividad con estos países que menciona?
Lo que suele ser difícil de procesar –porque hay personas, trabajadores y regiones afectados– suele ser la transición desde una economía que en algún momento fue competitiva para determinadas industrias o sectores de producción, a una economía que vuelva a ser competitiva. Pensemos más a nivel de los últimos 20 o 30 años. Ha habido industrias que han dejado de producir en Uruguay y han surgido otras nuevas. Por ejemplo, la industria del software hace 20 o 30 años no era lo que es hoy, así como industrias que hace 30 años existían, pero hoy sí. Eso es parte del proceso natural por el que hay países que se especializan en la producción de determinados bienes y no otros. Obviamente, el sector agroindustrial en Uruguay tiene ventajas competitivas que hacen que la producción de carne sea competitiva a nivel global. Pero hay otros sectores que no lo son y el gran desafío es, en todo caso, cómo hacer la transición de los recursos, porque, en definitiva, detrás de cada industria hay capital y trabajo, que son los factores para producir en determinadas industrias. Así que tengo una combinación de capital y trabajo que, eventualmente ya no es competitivo. A veces puede no ser un tema de Uruguay, puede ser que otro país se vuelva más competitivo porque realizó determinada inversión, porque tiene recursos minerales que facilitan o que son parte del proceso productivo. Es parte de los procesos económicos que las economías se vuelvan más competitivas en alguna cosa y menos en otra.
El desafío es cómo trasladar los recursos productivos de la forma más suavizada posible. La reinserción de los trabajadores en otras industrias es, claramente, un desafío cuando estamos hablando de industrias que tienen niveles salariales y de capacitación medio-alto. No es que mañana un trabajador autopartista pueda insertarse rápidamente en otro sector de la economía. Pero cuando uno lo mira desde un punto de vista más de largo plazo, ese tipo de cosas ocurren y son un desafío. Porque la alternativa, en todo caso, es poner más impuestos, otorgar más subsidios a un sector en particular de la economía que en las condiciones actuales no es competitivo. Pero el problema de ese tipo de posturas es que, en el fondo, terminan generando desvíos de recursos desde sectores en los que sí somos un poco más competitivos o podríamos serlo aún más hacia sectores en los que somos menos productivos. Eso, obviamente, afecta la capacidad de ejercer a mediano plazo. No perdamos de vista que si mañana quiero subsidiar a determinada industria de algún lado tengo que sacar esos recursos, que surgirán de imponer tarifas o impuestos a otras industrias que sí son más productivas. Ese es el gran problema de este tipo de transiciones. Y no es fácil, justamente, porque muchas veces en el proceso hay trabajadores, hay industrias, hay sectores, hay economías regionales, como pasó con el caso de la producción de cerveza en Minas.
Se habla, por ejemplo, de que Isusa anuncia un proceso de reestructura para bajar los costos operativos y esto significa la pérdida de trabajo para 250 personas. ¿Cómo y quién lo resuelve?
Respecto de esta empresa en particular, no conozco los detalles, pero, en definitiva, lo que ocurre en cada caso, si efectivamente intentamos probar un problema de costos salariales elevados, es algo que atañe a la negociación colectiva, que es un tire y afloje entre empresarios y trabajadores, y eventualmente el gobierno facilita o media en esas negociaciones. Es parte de la forma en que funciona la negociación colectiva en Uruguay. Como digo, no conozco este caso en particular como para hacer un análisis de los problemas. Creo sí que, en todo caso, es difícil vislumbrar una solución que no implique la negociación y el intercambio de información entre la empresa y los trabajadores, en definitiva, y si efectivamente bajo las condiciones actuales no es posible producir, la alternativa es que no se produzca o se cambien las condiciones. Eso es un poco como en toda negociación: cada uno tendrá que entender un poco la posición del otro.
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