Pareciera que en estos días todo el mundo habla de ESG. Y, sin embargo, todavía no es fácil explicar qué es ESG, más allá de lo obvio: “factores ambientales, sociales y de gobernanza” (ndr: Environmental, Social and Governance). En lugar de definir qué es ESG, preguntémonos de qué sirve ESG. Los inversores han tenido en cuenta los factores no financieros desde el principio del mundo de las inversiones. Sin embargo, los criterios ESG añaden una pieza nueva: coordinar globalmente la valoración de los factores no financieros entre las empresas, los gestores de activos y los reguladores, en pos de objetivos políticamente determinados. Por lo tanto, solo podemos entender realmente los ESG si examinamos el panorama más amplio. Y ahí comprobamos que el ESG funciona como “un eficaz impuesto sobre el carbono para los consumidores de lugares como Estados Unidos y Europa” (ndr, o todos aquellos que se adhieran al estándar ESG), cuyos ingresos terminan “yendo a parar a lugares como Rusia”. Así lo afirma el principal estratega de materias primas de Goldman Sachs, Jeff Currie.
Desarrollemos los dos puntos de Currie. El primero es que los ESG funcionan como un impuesto de facto sobre los sectores políticamente desfavorables: no solo el petróleo y el gas, sino también la minería, el acero, el transporte marítimo y otros. Los ESG aumentan el costo de capital para estos sectores políticamente desfavorables en unos 15 puntos porcentuales. Esto hace que a las personas que trabajan en la “vieja economía” les resulte más difícil acceder a préstamos e inversiones. Por ejemplo, un tambero puede tener más dificultades para conseguir un préstamo por trabajar en un sector poco favorable a la ESG. El segundo punto es que este “impuesto” ESG lo pagan los ciudadanos occidentales a naciones como Rusia que no adhieren al criterio. Cuando como resultado de las presiones ESG, disminuye la inversión privada en oportunidades desestimuladas políticamente, éstas no desaparecen. Por el contrario, las oportunidades “no ESG” son capturadas en gran medida por otros actores menos comprometidos con estos criterios políticos. Debido a los prejuicios ideológicos –y tal vez a los intereses financieros– de los principales actores de la ESG, la presión de la ESG recae principalmente en las empresas privadas occidentales. Por el contrario, la ESG tiene poco o ningún impacto en las empresas de origen chino y ruso, entre otros.
Russ Greene, en National Review
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