Es fundamental poder determinar si la crisis financiera mundial de 2008-2009 y esta pandemia mundial son eventos únicos en la vida o en el siglo, o si vamos a ver una crisis importante cada 10 años. ¿Podemos justificar que las sociedades inviertan tanto dinero en la defensa contra este tipo de eventos cuando ello implica una enorme deuda que deja hipotecados a nuestros hijos y sus hijos? ¿Cuánto es apropiado gastar en estas calamidades? Parecería que los países de todo el mundo están diciendo, “¡Lo que sea necesario!” ¿Pero es realmente factible gastar lo que sea necesario cada 10 años? No hemos todavía reducido la deuda que se acumuló como resultado de la crisis financiera mundial, y con la pandemia vamos a aumentarla sustancialmente. ¿Esto va a perjudicar a las generaciones futuras? ¿Qué opinan de todo esto, especialmente cuando estamos tratando de salvar a los ancianos en nuestras sociedades? Estos son los tipos de cuestiones espinosas con las que tendremos que lidiar.
Raghuram G. Rajan, profesor de economía de la Universidad de Chicago y ex presidente del Banco Central de India, en Chicago Booth Review
“El mundo va a cambiar, y ya está cambiando. Las grandes empresas se están moviendo, están buscando más resiliencia que eficiencia. Tenemos que estar muy atentos a qué papel jugará América Latina y el Caribe en esto. Debemos pensar el futuro de la región en la nueva geografía económica para depender menos de manufacturas importadas e imaginar cadenas de valor regionales”
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante reunión virtual con parlamentarios de América Latina y el Caribe, 5 de junio
CAF ve con preocupación el aumento de la deuda en América Latina
La crisis económica derivada de la pandemia significará un deterioro de los resultados fiscales en la región. Antes de la crisis, la mayoría de los países de la región ya presentaban una situación fiscal algo comprometida por lo que, en mayor o menor medida, avanzaban en procesos de consolidación fiscal. Pero este proceso de consolidación se interrumpió con la aparición de la pandemia del COVID-19. Esto traerá como consecuencia que el déficit fiscal promedio para la región se ampliará considerablemente este año, pasando del 1% del PBI que se estimaba en enero a un 4,5% del PBI. Asimismo, las necesidades de financiamiento del sector público, es decir, los recursos que se necesitan para cubrir el déficit y las amortizaciones de deuda se incrementaron de un promedio de 5,5% del PBI en el 2019 a 9,5% del PBI en el 2020. Esto traerá como consecuencia aumentos en los stocks de deuda que podrían ser no sostenibles. ¿Puede sortear la región esta coyuntura sin caer en una nueva crisis de deuda? En este punto vale la pena recordar que la deuda se vuelve insostenible cuando esta crece en forma continua en términos del PBI, lo que requiere en algún momento realizar incrementos de impuestos o recortes de gastos. Claramente esta es una alternativa de política que los países podrían evaluar, aunque si resultara muy drástica puede comprometer el crecimiento a futuro o ser políticamente difícil de adoptar. Por lo tanto, es necesario complementar estas acciones con el acceso a financiamiento concesional -a tasas de interés más bajas de lo que hoy los países consiguen en los mercados- provenientes de instituciones financieras multilaterales (bancos multilaterales de desarrollo o fondos que se creen con apoyo de los países desarrollados) para poder refinanciar estos compromisos y que ello permita que la deuda pública regrese a mediano plazo a valores sostenibles.
Luis Carranza, Director Ejecutivo de CAF-Banco de Desarrollo de America Latina, en Grupo Diarios de América