En reiteradas ocasiones Javier de Haedo, exsubsecretario de Economía y exdirector del Banco Central del Uruguay (BCU) se ha mostrado crítico con la política monetaria que se ha llevado adelante hasta el momento. Consultado al respecto por La Mañana, argumentó que es necesario “buscar una combinación de políticas que no agrave la desaceleración y que facilite el tránsito hacia una depreciación real de nuestra moneda”. También analizó la situación que padecen los comercios de fronteras dada la gran diferencia cambiaria con los países vecinos y adelantó que será muy difícil brindar una solución a través de medidas fiscales.
En una reciente columna en El País usted alertó que Uruguay está siendo afectado por un shock internacional negativo, y que sería necesaria una depreciación del tipo de cambio real. ¿Cuál sería el mix adecuado de políticas fiscales y monetarias para lograr ese objetivo?
Hay un proceso mundial que justamente se define como un shock exógeno negativo sobre la economía, que tiene dos consecuencias. Una es que importamos desaceleración económica del resto del mundo, que se está desacelerando, y a su vez importamos deflación en dólares, en un mundo que se está desinflacionando en dólares porque el dólar se está fortaleciendo frente a las otras monedas. Entonces, tendríamos que buscar una combinación de políticas que no agrave esa desaceleración y en todo caso que la pueda compensar y facilitar el tránsito hacia una depreciación real de nuestra moneda.
Con la política monetaria contractiva se tiende a enfriar más la economía y no se facilita que el dólar suba lo que debe subir para acompañar lo que pasa en el resto del mundo. Hay varios ejemplos que yo daba en la columna de lo que pasó en los primeros ocho-nueve meses del año, donde hemos perdido tipo de cambio real bilateral con China, Europa, Gran Bretaña y Estados Unidos entre 10 y 20%, y no hay ningún fundamento que explique eso. Es un daño autoinfligido por una política monetaria que no tiene la potencia que se le asigna y tampoco genera un cambio en las expectativas por sí mismas. Las expectativas están por encima de lo que el BCU pretende para todo el horizonte de política monetaria y más lejos todavía.
Y con las sucesivas subas de tasa de interés de referencia…
Por más que suban la tasa, eso no cambia, se sigue corriendo para adelante la misma arruga en la alfombra, entonces, deben entender que hay otras cosas que también influyen para que quienes esperamos cierta inflación hagamos una composición de lugar, y esas cosas tienen que ver con las expectativas sobre la política fiscal y sobre la indexación salarial y la recuperación salarial.
En lo personal, yo confío en que la política fiscal no va a ser un problema, han tenido un comportamiento fiscal excelente. El déficit fiscal actual, sacando el gasto covid, está en los últimos 12 meses en torno al 2% del producto. Ese es el número en el cual deberíamos estar para que la deuda sea sustentable. Han hecho una regla fiscal, la han cumplido en los primeros dos años y yo creo que la van a seguir cumpliendo.
Después está la política salarial, y ahí es otra historia porque la indexación que se construye como institución en una economía con inflación crónica como un presunto remedio, también se convierte en sí misma en una enfermedad que tiende a perpetuar la inflación. Es muy difícil bajar la inflación en un país que tiene una indexación tan dura como la que tenemos nosotros, cuando todos nuestros lectores en este momento saben perfectamente cuándo suben los salarios privados, los públicos, las jubilaciones, los alquileres, los impuestos departamentales, las tarifas públicas. El argumento del BCU de que “si no me creés te doy más dosis todavía” ciertamente no parece funcionar, genera más problemas y no menos expectativas de inflación.
¿Se podría haber evitado la apreciación del tipo de cambio real de los últimos 12 meses?
Sin dudas que sí, si hubieran ido más despacio con la política monetaria como varios economistas planteamos.
¿Es momento de revisar la política monetaria del BCU que toma la inflación como objetivo?
Yo entiendo al BCU porque ellos asumen que tienen un solo objetivo y tienen que dedicarse solo a él, pero el gobierno no tiene solo un objetivo, tiene varios, tiene demasiados para la cantidad de instrumentos que realmente maneja, y por lo tanto hay alguno que no va a poder cumplir. La meta principal del presidente es cumplir con su compromiso de que los salarios reales vuelvan al nivel previo a la pandemia, también tiene un objetivo de crear empleo y encima ir a una inflación de menos del 6%. Hay alguno que no va a poder lograr. Si tiene que resignar uno es el de la inflación, que ya lo empezó a hacer, porque en el Presupuesto Nacional se estableció para 2024 una inflación de 3,7% y en la última Rendición de Cuentas se la subió a 5,8%.
Un destacado economista del BCU como el Ec. José Antonio Licandro, hoy jubilado, dio a entender en Twitter que el tipo de cambio está alineado con los fundamentos y que el BCU debería subir las tasas en pesos mucho más rápidamente. ¿Refleja esto una lectura interna del BCU separada de la realidad?
Esa posición es representativa de los servicios técnicos del BCU y esa es la cuestión que yo estaba criticando en los comentarios anteriores porque notoriamente está generando perjuicios en materia de actividad, de competitividad, y no está produciendo los beneficios de bajar la inflación.
Respecto al problema de los precios de fronteras, se ha planteado la posibilidad de compensar la situación de la diferencia cambiaria mediante medidas fiscales a las cuales el Ministerio de Economía se ha resistido. ¿Qué se podría hacer en su opinión?
Con Argentina y Brasil las situaciones son distintas. Brasil tiene cierto desalineamiento cambiario porque hay alguna incertidumbre sobre las perspectivas fiscales y reformas que están pendientes, y las proyecciones son, para los próximos dos o tres años, que el dólar pierda pie y esa situación se vaya restableciendo gradualmente. Estamos caros en relación a Brasil, pero no es tan dramático como el caso argentino, porque allí tenés dos monedas, el oficial y el blue, entonces, al haber una brecha grande entre esas dos cotizaciones todo se vuelve muy barato, y eso es lo que genera el gran problema. Con el dólar oficial sería una situación bastante parecida al promedio histórico. El tema es que la diferencia es muy grande.
Según el último informe de la Universidad Católica de Salto, Salto está 118% más caro que Concordia en cuanto a una canasta de bienes, entonces, en esos casos es muy difícil brindar una solución con las medidas tradicionales como las fiscales. El problema es mayúsculo, no como otras veces que la diferencia era más chica y podías arreglarlo con una aspirina. Hoy requiere un análisis mucho más profundo y un costo fiscal mayor si se va a buscar resolverlo desde el punto de vista fiscal.
La dificultad está en cómo se hace para focalizar bien ese alivio fiscal en la zona de fronteras, eso requiere un trabajo que es más complejo que simplemente tomar la decisión de bajar el combustible. El otro problema es que no es transitorio, porque otras veces sí lo era, entonces, se daba una ayuda por un tiempo hasta que se diera vuelta la cosa, pero ahora no hay ningunas perspectivas de que vaya a darse vuelta. Argentina va a quedar empobrecida y barata por mucho tiempo y eso agrava el problema. No es envidiable la situación ni de los que la están padeciendo ni de las autoridades que tienen que pensar en soluciones.
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