En 2021, precisamente cuando se sentaban las bases para un rebrote inflacionario hasta los máximos en varias décadas, la Fed de Powell se inquietaba ante la perspectiva de que la inflación se mantuviera obstinadamente baja. Incluso llegó a decir que toleraría que la inflación se mantuviera por encima de su objetivo del 2% por algún tiempo. Hoy, cuando empiezan a aparecer señales claras de que la inflación se está desacelerando, la Fed de Powell sigue insistiendo en que todavía tiene que subir más los tipos de interés. Lo hace incluso después de haber subido los tipos de interés el año pasado al ritmo más rápido en cuatro décadas.
En una respuesta tardía al repunte inflacionario, fue recién a partir de marzo de 2022 que la Fed empezó a subir rápidamente las tasas de interés, acumulando desde entonces 5 puntos porcentuales. También pasó de una política de inundar el mercado con liquidez a través de la compra de bonos del Tesoro de los EE.UU., a retirar US$ 95.000 millones al mes en liquidez no renovando sus tenencias de bonos que van llegando a su vencimiento. En este proceso, la Reserva Federal ha permitido que se produzca una inusual contracción en la cantidad de dinero, fenómeno que en el pasado va asociado al inicio de una recesión. En efecto, la última ronda de endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal ya ha producido resultados satisfactorios en el frente inflacionario. La inflación general ha caído en cada uno de los últimos once meses hasta su nivel actual de poco más del 4%. Mientras tanto, la llamada inflación subyacente, que excluye los precios de la gasolina y los alimentos, ha bajado a alrededor del 5%, comparado con el 9,1% que marcaba un año antes.
A esto se agrega que los bancos estadounidenses vienen restringiendo el crédito como resultado de los problemas de los bancos regionales –ejemplificado con la quiebra del Silicon Valley Bank–, y de una previsible oleada de impagos en el segmento de hipotecas a establecimientos comerciales. Al mismo tiempo, es de esperar que desde China se produzcan fuertes presiones deflacionarias como resultado de su débil recuperación económica, que está siendo afectada por el estallido de la burbuja inmobiliaria y del mercado de créditos, lo que provoca una caída en los precios de producción y una depreciación de la moneda china. Sin embargo, a pesar de estas fuerzas deflacionarias, y que probablemente el efecto total del endurecimiento del año pasado aún no se haya dejado sentir plenamente en la economía, la Reserva Federal mantiene su política monetaria de línea dura. De hecho, en su última comparecencia ante el Congreso, Powell se esforzó en aclarar que la tarea de la Reserva Federal de reducir la inflación distaba mucho de haber concluido y que era probable que se produjeran dos nuevas alzas de las tasas de interés en lo que resta del año.
Desmond Lachman, American Enterprise Institute
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