Con el retorno a una inflación elevada, el problema del poder adquisitivo está más presente que nunca. Este asunto encabeza la lista de preocupaciones de los franceses y, según el INSEE, los hogares nunca habían tenido una percepción tan negativa sobre su nivel de vida futuro en medio siglo. Esto se debe a que Francia, al igual que sus vecinos europeos, se enfrenta a una gran crisis energética comparable a la de la primera crisis del petróleo en 1973. Equivale a un impuesto sobre la economía francesa de unos tres puntos del PIB. En este contexto, y a pesar de los aproximadamente 100 mil millones de medidas presupuestarias en dos años (blindaje de precios, rebaja de combustibles, etc.), el poder adquisitivo de los franceses se contraerá un 1,4% en dos años, volviendo en 2023 a su nivel de 2019. Pero el problema podría agravarse en las próximas décadas a la vista de los desafíos climáticos y de la necesidad absoluta de alcanzar la neutralidad del carbono en 2050. A fin de cuentas, hay una pregunta esencial: ¿es la transición energética compatible con el crecimiento? ¿Podemos reducir nuestras emisiones de CO2 en un 80% a la vez que incrementamos el poder adquisitivo? El debate no es nuevo, pero regresa a un primer plano con la crisis energética y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos (sequía, incendios, lluvias torrenciales, granizo).
Mathieu Plane, economista francés, en Le Monde
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