La quiebra de Lehman Brothers no puede tratarse como un acontecimiento aislado. Fue un incidente en un proceso a más largo plazo en el que las políticas gubernamentales –especialmente las monetarias, regulatorias y de red de protección– aumentaban constantemente los riesgos sistémicos y hacían casi inevitables las crisis graves. Durante décadas, la política monetaria se ha centrado en lograr un bajo nivel de inflación positiva, sin tener apenas en cuenta los aumentos asociados en el crédito, la deuda y otros desarrollos financieros. En combinación con la desregulación financiera, esto produjo desarrollos financieros insostenibles (“booms”) que culminaron en caídas (“busts”) que condujeron a la ampliación de las redes de seguridad financiera y a una relajación monetaria agresiva. En su lugar, se necesita un sistema que “se levante contra el viento” de los excesos financieros y que sea también más tolerante con las recesiones. Mientras que las pequeñas recesiones facilitan tanto la creación como la salida de empresas y, por tanto, apoyan el proceso capitalista, las recesiones mayores pueden desencadenar una agitación política que amenace tanto al capitalismo como a la democracia.
Nuestro marco actual de políticas se ha vuelto insostenible. La relajación monetaria en ciclos sucesivos ha dado lugar a niveles de deuda pública y privada que son insostenibles a tasas de interés que se asemejan a las normales. Pero, sin una “salida” adecuada, ahora nos acecha una inflación mucho mayor. Una regulación más estricta de los bancos, bienvenida en sí misma, ha fomentado la migración de los préstamos al sector no bancario, que está menos regulado y es menos transparente. Además, a medida que las crisis en estos sectores en expansión se han vuelto más sistémicas, las redes de seguridad gubernamentales se han ampliado constantemente, siendo la quiebra de Lehman Brothers una excepción inusual a la regla. El “rescate de los banqueros” ha fomentado el riesgo moral, ha generado descontento político en muchos países y podría resultar una amenaza para la sostenibilidad fiscal.
La recomendación de resistir las expansiones crediticias con más vigor que en el pasado y las posteriores contracciones con menos vigor, puede llevarse a cabo con las actuales estructuras institucionales. También parecen necesarias medidas para mejorar la autodisciplina de los acreedores (mayor responsabilidad personal) y la eficacia de la disciplina de mercado (mejor contabilidad y auditoría). Si esto fracasara, podría plantearse un cambio institucional más fundamental, tal vez la introducción de un régimen de “narrow money “. En todas las fases, los responsables políticos deben reflexionar mucho más sobre la viabilidad y las consecuencias imprevistas de sus decisiones.
William White, en “Reflexiones en el 15º aniversario de la quiebra de Lehman Brothers”, Institute for New Economic Thinking. White fue asesor económico del Banco de Pagos Internacionales (Basilea) entre 1995 y 2008.
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