Soy un economista keynesiano convencido, que cree que el déficit fiscal no es un problema en un país como Canadá, Estados Unidos o Japón, etc., siempre que no produzca graves consecuencias inflacionarias. De hecho, en períodos de desempleo, el gasto deficitario no sería inflacionario. En cierto modo, estoy recomendando una versión más rigurosa de lo que ha puesto recientemente en práctica Joe Biden en EE.UU., siempre y cuando solo tengamos consecuencias inflacionarias moderadas, producto de algunos cuellos de botella, que serán transitorias a medida que la economía estadounidense se vaya recuperando de la crisis… Distinguiría los buenos déficits que generan crecimiento real, especialmente en forma de inversión pública, y los malos déficits en un ambiente de Ponzi en el que los gobiernos solo se endeudan para pagar los intereses de la deuda pública. El problema de muchos países de América Latina es su terrible dependencia del endeudamiento en moneda extranjera. Como decimos en un documento (en nuestra conclusión al final) publicado recientemente por el BCRA en Argentina, el problema en América Latina es que hay demasiada dependencia de la deuda en moneda extranjera y no necesariamente de la deuda interna.
Ec. Mario Seccareccia, respondiendo a un lector de La Mañana, quien le preguntó si los aumentos en el gasto público –para estimular la recuperación económica– no deberían financiarse con mayores impuestos, a efectos de mantener el déficit fiscal equilibrado
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