A esta altura de los acontecimientos, y con las fronteras nuevamente abiertas, el atraso cambiario resulta evidente para la mayoría de los ciudadanos. Pero, ¿cuál es la magnitud del desfasaje? Para hacernos una idea, conviene remontarse al final del ciclo anterior, que terminó en 2002.
A junio de 2002, previo a la devaluación, el dólar operaba en el mercado local a $17. Como la UI se había lanzado recientemente, cotizaba a alrededor de $1. Eso quiere decir que en la época un dólar costaba aproximadamente UI 17.
Hoy en día, casi 20 años después, el dólar opera a $40, al mismo tiempo que la UI alcanza $5,4. Como resultado, un dólar cuesta UI 7,39, lo que representa sólo un 43% de su valor de entonces. Inversamente, hoy se necesitarían 2,3 veces más dólares para adquirir una UI que hace dos décadas.
Claramente, parte de este desfasaje lo explica la propia inflación de EE.UU. En efecto, durante el período, el IPC estadounidense acumuló una inflación de 59%. Esto implica que la canasta de bienes representativa del índice se multiplicó por un factor de 1,6 veces, un incremento significativamente menor que el observado en el precio de la canasta de bienes uruguaya medida en dólares (2,3 veces)
Nótese que no estamos comparando ni con Argentina ni con Brasil, solo con EE.UU. Si este desfasaje no representa para el BCU un desvío significativo del tipo de cambio real, entonces puede ser que exista una explicación alternativa. Dudamos que la productividad relativa del trabajo uruguayo sea la explicación, ya que de lo contrario no observaríamos la pérdida de competitividad externa de todo lo que producimos con algo de valor agregado.
En cualquier caso, sería interesante una discusión más abierta e informada con datos sobre cómo planeamos recuperar la competitividad, una de las principales promesas de campaña.