- La inflación se desaceleró en los últimos meses y cerró el 2022 en 8.3%. Según el CED, la explicación se encuentra en “la moderación de los precios de los bienes y servicios transables, tras los aumentos extraordinarios que tuvo lugar en la primera mitad del año”, no mencionando la caída del dólar como un factor determinante.
- Más específicamente, la consultora Exante atribuye la desinflación del último trimestre del 2022 a la “incidencia clave” de la caída del dólar, así como al “aflojamiento” de algunos precios internacionales. CPA Ferrere fue en la misma línea, explicando la mayor parte de la moderación en el componente transable de la inflación, atribuyendo un peso importante a la caída en los precios de exportación de carne y la caída en el tipo de cambio. Por su parte, para el Ec. José Antonio Licandro, exjerarca del BCU, “la apreciación cambiaria es transitoria, puesto que el TCR (ndr, tipo de cambio real) está debajo de sus fundamentos”.
- Si esto fuera así y el BCU no cambia sus objetivos de política monetaria, estaríamos frente a una posible trampa. Si el BCU permitiera una corrección al alza del dólar desde su nivel actual, la inflación se podría disparar por encima del 10% anual. Si como respuesta retomara la suba de tasas de interés, podríamos entrar en un círculo vicioso que profundizaría aún más el atraso cambiario. Lo que puede ser una trampa para el BCU, es una oportunidad para los especuladores, que como lo hizo días pasados Walter Molano del banco estadounidense BCP, siguen recomendando comprar bonos en pesos.
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