La preocupación por el balance del sector público hace pasar por alto señales preocupantes en el balance de las familias. A fines de abril, las familias residentes debían al sistema bancario un total de US$ 6.647 millones, comparados con los US$ 5.860 millones que debían a fin de 2021. Esto representa un incremento de US$ 787 millones (13% medido en dólares), que en gran parte tiene que ver con la estrepitosa caída del dólar en lo que va del año.
Pero cuando comparamos los totales de crédito con los de un año atrás (US$ 5.361 millones), el incremento es de US$ 1.286 millones (24% medido en dólares). Este incremento no se explica en modo alguno por la caída del dólar y probablemente tenga que ver con la caída de ingresos de las familias y sus dificultades de pago, reflejado en mayores créditos y pagos de interés que se acumulan con los capitales adeudados.
La semana pasada el BCU publicó las cuentas nacionales para el primer trimestre de 2022. De allí se desprende que el consumo de los hogares aumentó 6,9% en el primer trimestre del año respecto a igual período del año anterior. Evidentemente el crédito a las familias crece a ritmo mucho mayor que el del consumo, lo que en cualquier país con tanto organismo supervisor encendería luces rojas. ¿Alguien en el MEF o el BCU se estará ocupando de la sostenibilidad financiera de las familias? ¿Pensamos que este problema de naturaleza estructural se arreglará con cursillos o videos de educación financiera? Continuaremos analizando el tema con atención.